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Sin zona neutral en 17 horas de batalla

Sin zona neutral en 17 horas de batalla

A pesar de ser el Congreso más plural de la historia, al final todo se redujo a las dos clásicas trincheras

Domingo, 5 de enero 2020, 15:02

El pasado 10 de noviembre las urnas alumbraron el Congreso más plural de la historia de la democracia con hasta 16 partidos representados en el hemiciclo en esta XIV legislatura. Nuevas siglas y muchísimas nuevas caras pudieron hacer pensar en algún momento en que algo inédito estaba por llegar al parlamentarismo español. Que el aire fresco entraría en la Palacio de la Carrera de San Jerónimo, pero al final el primer debate parlamentario de investidura de la nueva década acabó pareciéndose mucho a los de los años anteriores. Incluso, a los del siglo pasado.

La avalancha de siglas en los escaños no logró superar en ningún momento la tradicional división de derechas e izquierdas como si el bipartidismo siguiera tan vivo como en los ochenta y en los noventa. En las 17 horas de batalla sin cuartel no hubo espacio para zonas neutrales. Durante los dos días no hubo tierra de nadie porque, dado lo ajustado de la votación, las trincheras se situaron a solo unos centímetros, impidiendo que la abstención pudiera ser interpretada como una posición intermedia o ecuánime.

Ni siquiera los partidos 'menores' consiguieron quedarse al margen. La fiereza del combate de la investidura del Pedro Sánchez obligó a todos a elegir uno de los dos parapetos para no morir en el fuego cruzado. Diputados como Tomas Guitarte, de Teruel Existe, (que voto sí) o Ana Oramas, de Coalición Canaria, (que voto no) trataron de salir de esas trincheras para explicar que su voto no era una declaración de guerra contra nadie, pero tuvieron que volver a los parapetos para no fallecer en el intento. Solo JxCat y laCUP, en el frente del 'no', rompieron la homogeneidad de esos dos bloques.

Mucha supuesta «nueva política» pero esos dos bandos, una y otra vez, tiraron de figuras y recuerdos de la Segunda República, de la Guerra Civil o del franquismo. Poca inspiración en la Transición y mucho de azules y rojos, aunque esta vez en la era de Twitter y divididos entre partidarios y detractores del candidato a la presidencia.

Sí hubo imágenes inéditas, pero incluso fueron para confirmar que el hemiciclo, más que nunca, está dividido en dos monolitos a pesar de su supuesta diversidad. Nunca antes diputados de partidos ajenos al interviniente se habían desgañitado aclamándole o aplaudiéndole en pie como si fuera un correligionario. Los representantes de Vox ovacionaron intervenciones o broncas de populares y Ciudadanos, gestos que éstos también respondieron en otros momentos con aplausos.

Obviamente socialistas y Unidas Podemos se jalearon mutuamente, pero también hubo ovaciones y complicidades de diputados del PSOE a políticos ajenos, otrora rivales pero aliados en la votación de este domingo, cuando éstos fueron criticados por apoyar al candidato.

Ataques al 'enemigo'

Esta vez, a diferencia de lo que ocurrió en la fallida sesión de investidura de julio, no fue un 'todos contra Pedro Sánchez'. El presidente en funciones en esta ocasión no tuvo solo el apoyo de su partido.

 Los bandos estuvieron claros desde primera hora y las filas prietas y formadas desde el principio y eso provocó que no quedara un milímetro para las medias tintas ni para los grises porque todo estuvo copado por los ataques personales lanzados desde una trinchera a la otra.

Solo los 105 minutos que Sánchez usó el sábado para exponer su programa de Gobierno estuvieron exentos de improperios. Los restantes 915 minutos del debate, incluidas las intervenciones posteriores del propio Sánchez, fueron andanas contra el 'enemigo', que no rival político, para tratar de dañar su posición en el campo de batalla.

Tamayazo

Y en esa táctica los dos bandos se saltaron todas las convenciones que hasta ahora habían regido las 'guerras' en el Congreso de los Diputados. Hubo de todo para mantener la posición en las dos trincheras: diputados que tuvieron que hacer su discurso desde la tribuna sin lograr que cesaran los abucheos; consignas coreadas que acallaron a los oradores; insultos personales disparados en frío y sin enfrentamiento previo; uso de la palabra no permitido desde los escaños; desplantes de miembros de la mesa al interviniente; descalificativos desde la tribunal al Jefe del Estado; o llamadas públicas a diputados socialistas a hacer un 'tamayazo'.

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