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Luis Bárcenas compareció ayer ante el juzgado de la Audiencia Nacional por videoconferencia desde la cabina de declaraciones de la prisión de Soto del Real, en Madrid, donde cumple condena firme por el 'caso Gürtel'. Esta vez el extesorero del PP no lo hizo como ... acusado, su condición habitual desde que apareció su fortuna oculta en Suiza a principios de 2013, sino como perjudicado.
Bárcenas fue víctima propicia del operativo parapolicial puesto en marcha en aquellas fechas por el Ministerio del Interior para recuperar información sensible en su poder sobre la 'caja B' del PP, una vez que saltó a la luz la contabilidad paralela que él manejaba, presuntamente, junto al fallecido Álvaro Lapuerta. Todos estos hechos se sustancian judicialmente en una pieza separada del 'caso Villarejo' conocida como 'operación Kitchen', nombre que se le dio al confidente policial Sergio Ríos, chófer de Bárcenas. Esta fue la persona encargada de informar sobre la localización de estos documentos comprometedores para el Gobierno de Mariano Rajoy.
Según fuentes judiciales, el extesorero informó ayer al juez Manuel García-Castellón sobre hechos acaecidos durante el desarrollo de la citada operación, cuando él estaba en prisión preventiva. Declaró que recibió en la cárcel la visita de un abogado vinculado al PP que le advirtió de que si «hablaba» de algo que pudiera comprometer a la formación política, su mujer, Rosalía Iglesias, acabaría encarcelada. Algo que no ocurriría hasta siete años después, tras la sentencia firme del Tribunal Supremo por la pieza principal de 'Gürtel'.
El futuro de Rosalía siempre ha sido el flanco débil de Bárcenas y la baza que tenía para amedrentar a sus enemigos en el partido. «Si ella acaba en prisión entonces tirará de la manta», comentaba su entorno cuando las cosas se empezaron a poner mal. Pero al final se ha demostrado que este cruce de mensajes eran fuegos de artificio, de uno y del otro lado.
Sobre Sergio Ríos, Bárcenas dijo ayer que fue él quien le contrató por recomendación de alguien vinculado al PP. Una explicación que ya dio en enero de 2019. Entonces dijo que se había quedado sin conductor y necesitaba otro, dada la «presencia mediática» en la puerta de su casa. Y que una mujer que había trabajado para la familia, que tenía dos hijos en el PP y eran policías, le recomendó a Ríos porque lo conocían «desde joven». «Las referencias es que había sido conductor de Francisco Granados en la Comunidad de Madrid», recordó al juez. Por otro lado, también compareció ayer el hijo de los Bárcenas Iglesias, Guillerno, quien solicitó personarse como perjudicado en la causa.
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