Los tratos con ERC abonan las tensiones internas de los socialistas

Pero Miquel Iceta, líder de los socialistas catalanes, dijo hoy basta y tachó de «inoportunas» e impropias de «un presidente de comunidad» las críticas a las negociaciones con Esquerra y a la línea programática de su partido. Iceta cuenta con el aval de Sánchez, con el que mantiene una estrecha relación, y reclamó «respeto» a sus compañeros aragonés y castellano-manchego.

Lambán ya elevó el tono hace quince días, cuando declaró que «para exaltar la sardana o a la Virgen de Montserrat no es necesario que una comunidad autónoma se declare nación», en referencia a la definición de Cataluña que figura en la ponencia política del congreso del PSC. Esta semana, el barón aragonés desacreditó a Esquerra como formación «indeseable» y hoy mismo apuntó que un pacto con los republicamos sería «una pésima solución». Y sin referirse a nadie, pero sin que nadie pueda dudar que el destinatario era Iceta, lamentó que «el supremacismo por desgracia está haciendo estragos en Cataluña».

García Page avisó el miércoles que no quería pedir «vaselina» como regalo de Reyes para aceptar un acuerdo con Esquerra, y hoy reclamó al líder del PSC que le defendiera ante «los insultos y ataques» que recibe en Cataluña por defender la unidad de España.

De momento es solo ruido de dos exponentes de la probable incomodidad que recorre las filas del PSOE por los escarceos con Esquerra. Pero ningún líder territorial se ha sumado a sus críticas. La andaluza Susana Díaz o el extremeño Guillermo Fernández Vara, que podrían estar en sintonía con Page y Lambán, defienden con uñas y dientes la estrategia del secretario general, y es que hoy nadie en el PSOE quiere quedarse fuera del paraguas de Sánchez.