Trapero, de héroe del 17-A a traidor del independentismo

Eran los meses previos al estallido de octubre de 2017. La actuación de los Mossos el 1-O, en contraste con el de la Policía Nacional y la Guardia Civil, su procesamiento por sedición y su posterior cese, en aplicación del artículo 155 de la Constitución, acabaron por elevarle a los altares de los represaliados. Hasta se comercializaban camisetas con su cara. Un modelo. Un policía recto, que entró en el cuerpo como agente raso con 24 años y fue ascendiendo hasta llegar a ser el jefe de los Mossos.

Pero a partir de su declaración en el juicio del Tribunal Supremo contra los líderes del 'procés' empezó a caer del pedestal. Marcó distancias con los que habían sido sus jefes, a los que tachó de «irresponsables», dijo que les advirtió de que podía haber violencia durante la jornada del 1-O y hasta confesó que tenía un plan para detener a Puigdemont tras la declaración unilateral de independencia, si así lo ordenaba la justicia. Dejó claro que los Mossos no estaban al servicio de la «voluntad del pueblo», según habían advertido los miembros del Govern, sino que se debían a los jueces y a las leyes vigentes. El 'sheriff' del 17-A pasó del blanco al negro en solo unos meses. Quim Torra, tras ver la actuación de la Policía catalana durante el 'procés', asegura que el principal obstáculo que se ha encontrado para la independencia es la propia autonomía y sus funcionarios.