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Quim Torra, este miércoles durante la reunión del Gobierno de la Generalitat. EFE

Sánchez y Torra hablan por teléfono y se emplazan a reunirse tras la formación de Gobierno

El encuentro debe servir para encauzar la futura mesa de negociación entre los dos gobiernos

Cristian Reino

Barcelona

Miércoles, 8 de enero 2020

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el jefe del Ejecutivo catalán, Quim Torra, han mantenido esta mañana su primera conversación desde que el dirigente socialista prometió ayer el cargo. Según los comunicados enviados desde la Moncloa y el Palau de la Generalitat, ... ambos han abordado en una conversación telefónica de siete minutos la situación política actual y se han emplazado (acordado, según la versión catalana) a mantener una reunión después de que se haya formado el Gobierno central, lo que ocurrirá previsiblemente la próxima semana. Ninguna de las dos partes ha concretado si la reunión será en Madrid o en Barcelona. En la pasada legislatura española, ambos mantuvieron dos reuniones. En julio de 2018, se vieron en la Moncloa, y en diciembre de ese mismo año se reunieron en el palacio de Pedralbes de Barcelona, donde pactaron un documento conjunto que posteriormente ha servido como base para el pacto entre el PSOE y ERC para desencallar la investidura española.

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El comunicado del Palau de la Generalitat señala que Torra quiere utilizar el encuentro con Sánchez para «encauzar» la mesa de negociación que socialistas y republicanos se comprometieron a poner en marcha si arrancaba la legislatura. El presidente de la Generalitat receló en un primer momento del acuerdo entre PSOE y ERC pero ahora esta dispuesto a liderar las conversaciones entre ambos ejecutivos. Quiere evitar que Esquerra se lleve todo el protagonismo. La nota del Gobierno central no hace referencia a la mesa de diálogo, pero sí señala que el presidente del Gobierno ha trasladado al president Torra que por un lado, «quiere recomenzar y retomar el diálogo», y por otro, «tiene la voluntad sincera de intentar arreglar el conflicto político en Cataluña».

Según el acuerdo suscrito entre PSOE y ERC, la mesa de negociación debería arrancar a los 15 días de formarse el gobierno central. Pero estos plazos están ahora en cuestión, toda vez que Torra ha decidido ponerse al frente de las conversaciones. El Ejecutivo catalán aseguró ayer que el inicio de la mesa lo pactarán Sánchez y Torra en su próximo encuentro. Además, el presidente de la Generalitat quiere pactar previamente con las fuerzas secesionistas la posición del Govern en la mesa. El devenir de este foro se antoja decisivo para la legislatura, ya que ERC ya ha avisado que si no avanza, no se sentirá llamado a colaborar en la estabilidad.

Torra defiende una negociación sobre la autodeterminación, la amnistía y el fin de la represión en la que además exista una figura del relator que pueda supervisar todo el proceso de dialogo. Está por ver si los diferentes actores del secesionismo son capaces de llegar a un acuerdo, ya que en los últimos días están aflorando las diferencias entre unos y otros. ERC y JxCat votaron distinto en la investidura de Sánchez y están enfrentados sobre cómo encarar la sucesión de Torra, si finalmente es inhabilitado. ERC, además, ha apuntado que en la mesa previa de fuerzas catalanas para pactar la posición del Govern también deberían participar formaciones no independentistas. La «mesa bilateral de diálogo, negociación y acuerdo para la resolución del conflicto político» patada entre PSOE y ERC contempla que las «medidas en que se materialicen los acuerdos serán sometidas en su caso a validación democrática a través de consulta a la ciudadanía de Cataluña de acuerdo con los mecanismos previstos o que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político».

La última vez que los dos mandatarios hablaron fue el pasado 17 de diciembre. Sánchez rompió el silencio después de meses de no contestar el teléfono a Torra. La llamada del presidente del Gobierno escenificó que el Gobierno volvió a considerar al dirigente nacionalista como interlocutor válido, tras meses en que su figura fue puesta en cuestión por su negativa a condenar los disturbios violentos que se produjeron tras la sentencia del Supremo contra los líderes del 'procés'.

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