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Es una relación, la de PP y Vox, tendente a la combustión, con episodios de tensión creciente o menguante según el contexto. Así que ni las fricciones de esta semana en el Congreso a cuenta de los puestos en la Mesa de la Cámara ... baja son nuevas ni serán las únicas en una legislatura en la que ambos partidos van a competir por la derecha. Con las nuevas Cortes aún en pañales, la formación que lidera Santiago Abascal ya ha cuestionado la confianza en los conservadores. Pero tensar la cuerda es una cosa y romperla, creen y esperan fuentes populares, es otra bien distinta.
Vox es el sostén de los gobiernos de PP y Ciudadanos en autonomías y municipios. En Andalucía, la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid y la Región de Murcia, el respaldo de los de Abascal dota de estabilidad, a día de hoy, a los ejecutivos bicolor de la derecha. Y los integrantes de los mismos confían en poder seguir llegando a acuerdos y aprobar los presupuestos correspondientes cuando llegue la hora, pese a las asperezas que puedan derivarse de la batalla nacional.
El caso andaluz presenta la peculiaridad de que allí las cuentas de 2020 ya se han pactado, firmado y tramitado. La próxima semana, los días 11 y 12, el Parlamento autonómico celebrará el debate final del proyecto de Ley de Presupuestos de la comunidad y eso despeja en el corto plazo cualquier tormenta que haga peligrar el proyecto de Juanma Moreno. Fuentes territoriales del PP garantizan, además, que las relaciones con Vox son fluidas y que, por lo tanto, más allá de la confrontación discursiva, nada apunta por ahora a un riesgo de ruptura.
En la Región de Murcia, en cambio, el PP aún tiene pendiente la tarea de negociar las cuentas y la formación de Abascal ya le ha hecho llegar al Ejecutivo un documento con sus condiciones. El texto, al que tuvo acceso el diario 'La Verdad', plantea retirar las subvenciones a sindicatos, asociaciones empresariales o patronales. También a organizaciones que persigan el desarrollo de la Ley de Memoria Histórica, que colaboren con la inmigración ilegal o que «ayuden en parte o apoyen al islamismo radical», aunque el partido reconoce no tener constancia de que esto último esté sucediendo. Además, reclama la eliminación de los órganos relacionados con lo que Vox denomina «ideología de género» y el traslado de un centro de menores extranjeros no acompañados.
El presidente autonómico, Fernando López Miras, ha avanzado que de las reclamaciones que le hagan llegar los partidos, unas serán posibles y otras no. Y, pese a lo complicada que pueda resultar la negociación, mantiene su plan de aprobar las cuentas antes de que finalice el año. «Creo que Vox quiere que haya unos buenos Presupuestos (…); por lo tanto, si ese es el interés de ambos partidos y si prima el interés general de la Región, estoy convencido de que nos pondremos de acuerdo», trasladó esta misma semana.
Su investidura en julio ya fue difícil de gestionar. El primer intento, el día 4, resultó fallido. Vox votó en contra y responsabilizó a la dirección nacional de Ciudadanos de que el acuerdo no fuera posible. Esa noche, sin embargo, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, cargó contra la «ultraderechita cobarde». «Con Vox ya no tengo nada que hablar», llegó a mostrar su indignación. Los contactos, en todo caso, se recondujeron y a finales de mes López Miras fue designado presidente.
También en Madrid costó llegar a pactos de investidura y en el PP dan por sentado que Comunidad y Ayuntamiento serán escenarios de nuevas controversias entre los dos partidos de la derecha. La atención mediática que despiertan ambos ejecutivos, apuntan fuentes populares, convierte a este territorio en una «caja de resonancia» que Vox, a su juicio, podría aprovechar en esta legislatura en la que quiere disputar a Casado la oposición.
El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso confía, sin embargo, en que los Presupuestos puedan negociarse en unos meses. La Comunidad prorrogará las cuentas vigentes hasta que el Ejecutivo central comunique a las autonomías la previsión de ingresos. Y esto significa que aún transcurrirá un tiempo hasta que esta cuestión tenga que abordarse.
En el PP descartan que a Vox le interese cargar sobre sus espaldas la caída de gobiernos conservadores y señalan que Abascal ha rechazado esa opción. «El electorado –argumentan fuentes populares– no entenderían que la riña entre partidos ponga en juego unos presupuestos». Pero también asumen que cada movimiento será costoso y les obligará a mantener difíciles equilibrios para no atarse a la ultraderecha ni romper la relación. Al fin y al cabo, recuerdan, «si Pablo Casado aspira a gobernar, necesitará a Vox».
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