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Los contactos de Instituciones Penitenciarias con el entorno de los presos de ETA subieron hoy la temperatura en la sesión de control del Congreso de los Diputados. La oposición, en forma de preguntas e interpleaciones, centró su ofensiva en Fernando Grande-Marlaska con calificativos muy ... gruesos una semana después de que el informe de la Guardia Civil destapara las conversaciones del máximo responsable de prisiones, Ángel Luis Ortiz, con los representantes de los reclusos terroristas.
«Su conducta indigna, amoral, servil y rastrera ha convertido el Ministerio del Interior en la gran cloaca del sanchismo», llegó a espetarle el diputado de Vox Ignacio Gil Lázaro, quien también acusó a Grande-Marlaska de «secretismo traidor» y de embarcarse en un «chalaneo miserable» con el etarra Antón López Ruiz, 'Kubati'.
Desde el PP los ataques al ministro fueron muy similares. Jaime Mateu Istúriz, que acusó a Marlaska de ser «brazo ejecutor» de Sánchez para «la concesión de privilegios» a los etarras, denunció la «interlocución secreta y soterrada» del Gobierno con 'Kubati', de quien recordó que está condenado por el asesinato de 13 personas.
Grande-Marlaska, como viene haciendo durante toda esta semana, negó la mayor. Aseguró tajante que no hay ninguna negociación con el entorno de los presos. «No hay ni ha habido ni habrá ninguna negociación para la aplicación de la ley penitenciaria», abundó. «Mientras este ministro del Interior sea quien es se va a cumplir la ley penitenciaria», aseguró el titular de Interior, quien insistió en que son las juntas de tratamiento y los jueces penitenciarios los que deciden los movimientos y beneficios de los reclusos terroristas.
«Los traslados (de presos terroristas) se hacen con transparencia a diferencia 1996 y 2004, cuando «ETA mataba y secuestraba» y se trasladaron a 575 etarras», recordó el ministro en referencia a los acercamientos hechos durante los gobiernos de José María Aznar. «575 mientras nos mataban, nos secuestraban y amenazaban», reiteró Grande-Marlaska, quien, en varios momentos de sus intervenciones, recordó que fue objetivo de la banda cuando estaba en «primera línea» en la lucha antiterrorista como juez de la Audiencia Nacional.
La segunda andanada de Vox, por parte de la diputada Teresa López Álvarez fue igualmente virulenta. «Nefasto», «denigrante», «infame», «siniestro», «carente de honradez hasta la saciedad», «medalla al mérito ruin», «vendido al diablo»… fueron solo algunos de los epítetos que dedicó la parlamentaria al ministro antes de que acusarle de haber llevado a cabo la «mayor traición a España y a las víctimas» por haber llegado a un acuerdo de «presos por apoyo político».
Marlaska, en la interpelación urgente a cuenta de los contactos de Ortiz, respondió al «ruido y las insidias de la ultraderecha» negando, como sostenía Vox en su iniciativa parlamentaria, que la banda terrorista sea la que marca la agenda penitenciaria del Gobierno de Sánchez. «ETA no dirige la política penitenciaria por una sencilla razón: ya no existe», zanjó el ministro.
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