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Paula De las Heras
Madrid
Miércoles, 26 de diciembre 2018, 19:01
Susana Díaz vuelve a estar dispuesta a hablar de política nacional y, por supuesto, a dejar clara su distancia respecto a la estrategia política de Pedro Sánchez para Cataluña, a la que culpa del resultado electoral del 2 de diciembre. La presidenta en ... funciones de la Junta de Andalucía optó por recluirse en los asuntos autonómicos tras perder las primarias de 2017 contra el hoy presidente del Gobierno. Ahora todo ha cambiado.
Díaz sabe, porque desde Ferraz tampoco han hecho ningún esfuerzo por ocultarlo, que la dirección federal del partido desea que dé un paso al lado. El propio secretario de Organización, José Luis Ábalos, insinuó, al día siguiente de los comicios andaluces, que si no lograba revalidar su cargo al frente de la Junta debería considerar la dimisión, aunque 24 horas después, vistas las reacciones internas ante una reapertura tan clara de las hostilidades, recibiera instrucciones de dar marcha atrás.
Ante la perspectiva de una batalla orgánica, la dirigente andaluza ha optado, en palabras de un miembro de la ejecutiva de Sánchez, por «enseñar los dientes» para lanzar el mensaje claro de que su intención es conservar el poder como secretaria general del PSOE de Andalucía aunque eso signifique liderar la oposición. Y, en ese empeño, ha decidido liberarse de las ataduras que ella misma se impuso tras recibir el castigo de la militancia por dos años de intrigas contra el secretario general.
En su entorno ya habían dejado caer estos días que Díaz estaba alarmada, al igual que otros barones como el aragonés Javier Lambán, ante el modo en el que el Gobierno gestionó la cita del viernes pasado con Quim Torra. Ni le gustó que, a su juicio, se diera la sensación de que se había producido una cita entre dos Gobiernos en pie de igualdad ni le hizo gracia que en el comunicado conjunto se reconociera un «conflicto» político. El lunes, en la cadena Ser, lo dejó claro.
Para empezar, rechazó que se hable de conflicto, como si hubiera dos partes enfrentadas porque, dijo, es la Generalitat la que ha estado echando «permanentemente» un «pulso al Estado», a la Constitución y al Estado de Derecho. Pero además, cuando se le preguntó sobre la aplicación del artículo 155, defendió que el diálogo es posible solo cuando se respetan las leyes y añadió: «En Catalunya, los gobernantes llevan ya demasiado tiempo saltándose las normas». El Gobierno sostiene, en cambio, que la situación es mejor que hace un año.
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