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Pedro Sánchez tenía un objetivo claro con su comparecencia de este miércoles en el Congreso: combatir el discurso del PP, que presenta su decisión de conceder los indultos a los líderes del 'procés' condenados por sedición como un acto ilegal y arbitrario y convencer a ... esa parte de la sociedad, e incluso de su propio electorado, que recela de la decisión de que no tiene ninguna intención de desmantelar el Estado de derecho para satisfacer al independentismo. Pero la tarea no es fácil porque ni siquiera el partido que debía ayudarle a justificar con su actitud las razones de su gravoso gesto, Esquerra Republicana de Catalunya, se mostró muy dispuesto a echarle un cable.
El jefe del Ejecutivo tuvo que tratar primero de crear un marco conceptual para explicar por qué si hace apenas dos años, cuando se presentó a las generales, se erigió en garante del cumplimiento íntegro de las penas de Oriol Junquera y el resto de encausados, ahora cree que sacarlos de la cárcel es «lo mejor» para España. Y para hacerlo, dibujó un cambio de escenario: de un contexto en el que el independentismo radical había tomado las calles para protestar de manera vandálica contra la sentencia del Supremo («el Estado no podía admitir ningún tipo de chantaje», adujo) a un paisaje post-covid lleno de oportunidades económicas que la «discordia política y territorial» no deben frustrar. «Es la gran lección que tenemos que extraer de la pandemia: nos necesitamos todos», esgrimió.
Lo que quedará de su intervención será, por encima de todo, su promesa de que el PSOE «nunca jamás» aceptará un referéndum de autodeterminación aunque defienda el diálogo con el independentismo y a pesar de que sus propios socios de Unidas Podemos se muestren claramente alineados con las reivindicaciones del secesionismo. Pero en las seis horas que duró el debate hubo también apelaciones claras a ERC para que ahora no le deje colgado de la brocha y abandone las posiciones maximalistas en las que, como demostró el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, el martes en la Moncloa, aun sigue encastillado.
«Si hablamos de autodeterminación y amnistía, el recorrido es el que es. No debemos repetir las posiciones de 2017, sino avanzar, hacer política. Y hacer política -advirtió al republicano Gabriel Rufián en alusión a JxCat y la CUP- es arriesgarse a que a uno le llamen traidor, como ha hecho la derecha con este Gobierno de coalición».
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