Expectativas altas y pocos nervios. Las cosas han cambiado mucho en menos de cuatro años para Pedro Sánchez. El secretario general del PSOE tiene intención de participar de manera activa en las campañas para las elecciones del 5 de abril en Galicia y el ... País Vasco, pero, a diferencia de lo que ocurrió en 2016, cuando los barones de su partido le esperaban a la vuelta de estas mismas autonómicas con los cuchillos afilados, ahora se juega poco.
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Los socialistas se enfrentan a ambas citas con la tranquilidad de que, salvo sorpresa mayúscula, todo serán ganancias. En el mejor de los casos, tienen posibilidades de gobernar en coalición y, en el peor, mejorarán sus resultados. No es difícil porque en las últimas elecciones pulverizaron su suelo. En Galicia, ni siquiera llegaron a los 15 diputados de Abel Caballero en 1997, perdieron siete respecto a 2012 y para colmo fueron sobrepasados por En Marea, que les sacó más de 15.000 votos. En el País Vasco, tuvieron que encajar la humillación de ser relegados a una posición tan residual como la del PP, ambos con nueve escaños, tras haber sido un partido de gobierno; aunque los pactos postelectorales con el PNV ayudaron al PSE a salvar la cara.
Ahora la formación que lidera Idoia Mendia aspira a subir tres escaños y a mantener su alianza de gobierno con los nacionalistas, que también podrían mejorar uno o dos. La coalición de gobierno, que ha estado toda la legislatura a un diputado de la mayoría absoluta, ganaría así estabilidad. En Galicia el panorama es más incierto, pero en Ferraz sostienen que hay «una posibilidad real» de liderar un gobierno «progresista», con el BNG y la coalición que ayer mismo cerraron Podemos, Anova, Esquerda Unida y las mareas (que en menos de una legislatura han dilapidado casi todo su capital).
«Vamos a echar el resto», dicen en la dirección del PSOE. Sacar del Gobierno a un rival tan potente como Alberto Núñez Feijóo -que no solo atrae el voto conservador que se identifica con el PP en el resto de España sino también buena parte del nacionalista- sería toda una hazaña. En democracia, el PSdG sólo ha gobernado en Galicia entre 2005 y 2009 junto al Bloque. El resto ha sido hegemonía del Partido Popular.
Los resultados de las últimas elecciones generales son vistas en Ferraz como un buen augurio. Aunque el diferencial de voto siempre varía a favor de los populares en las autonómicas, el 28 de abril el PSOE llegó a superar al PP en un escaño y el 10 de noviembre empataron a diez. Los socialistas creen que estar en la Moncloa es un plus al que se puede sacar partido y lo fían todo a una elevada participación, Aun así, son conscientes de que Feijóo tratará de evitar que el debate nacional lo contamine.
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El caso es que la batalla gallega se da con la serenidad de saber que volver a perder no generará gran conmoción. En el partido aseguran que Gonzalo Caballero, el actual líder del PSdG, tiene crédito para aguantar al menos otros cuatro años, después de haber estabilizado el partido, y para Pedro Sánchez que su partido quede a las puertas de la Xunta será un disgusto pero no una sorpresa.
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