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Pedro Sánchez no cede en su negativa a una moción de censura meramente instrumental para echar a Mariano Rajoy y convocar elecciones. El secretario general del PSOE insistió ayer, en un encuentro con el grupo parlamentario socialista, en que su «hoja de ruta» implica mantenerse ... durante un tiempo en el Ejecutivo antes de llamar a los ciudadanos a las urnas, pero sí se mostró dispuesto a pactar con el resto de formaciones la fecha de los comicios una vez logrado el objetivo de desbancar a Mariano Rajoy.
Sánchez argumentó que tras la censura será necesario lograr «estabilidad y normalidad política e institucional». En realidad, lo que no quieren los socialistas es allanar a Ciudadanos el camino a la Moncloa en un momento en el que las encuestas sitúan al partido de Albert Rivera como favorito. En lo que va de legislatura, las fuerzas de la oposición han sido incapaces de ponerse de acuerdo para aprobar alternativas al legado que dejó el PP en su etapa de mayoría absoluta a pesar de coincidir en su reproche -desde la ley de seguridad ciudadana ('ley mordaza') a la reforma laboral o la educativa-, así que a un año para las autonómicas y municipales resulta difícil creer que el consenso podrá abrirse paso.
«No nos engañamos, sabemos perfectamente cuál es la situación, la aritmética parlamentaria y la realidad política fragmentaria que es, precisamente, la que está beneficiando a Mariano Rajoy», aseguró el líder socialista. Aun así, volvió a hacer una llamada al conjunto de la Cámara baja para que respalde su iniciativa bajo la premisa de que lo único que hay que decidir es si es «aceptable» que Rajoy siga al frente del Gobierno tras la sentencia del 'caso Gürtel'. «La respuesta sólo puede ser 'sí' o 'no', no hay posiciones intermedias», alegó.
El PSOE sigue manteniendo que no negociará nada a cambio del apoyo a su moción. «No supone un sí al PSOE sino a una democracia que se valora a sí misma», llegó a esgrimir Sánchez. Sin embargo, el dirigente socialista encargó ayer a su secretario de Organización, José Luis Ábalos, una primera toma de contacto con los grupos parlamentarios para sondear sus posiciones. Él mismo levantó el teléfono para hablar con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar; con Pablo Iglesias; con el portavoz de Esquerra en el Congreso, Joan Tardà y con la líder del PDeCAT, Marta Pascal. Al que no llamó fue al líder de Ciudadanos, Albert Rivera.
En la dirección socialista insisten en que se trata de mera «cortesía» porque nadie entendería que este jueves Sánchez se presente ante el Parlamento sin haber hablado con nadie. Ellos mismos afearon hace un año a Pablo Iglesias que se lanzara con su moción sin decirles nada. Pero, según aseguran -y así lo corroboraron, entre otros, el líder de Compromís, Joan Baldoví- no se ha ofrecido contrapartida alguna. Lo contrario podría provocar un incendio en el seno de la formación, a pesar de lo capitidisminuidos que se encuentran los barones. El presidente de Aragón, Javier Lambán, ya advirtió en la Cope de que «por higiene democrática» su partido no se puede sentar «ni un minuto» con quienes eligieron al «fascista» Quim Torra como presidente de la Generalitat, aunque en la ejecutiva restan importancia a sus palabras.
A apenas tres días de que se vote la cuarta moción de censura de la democracia, nadie tiene un pronóstico claro de lo que puede ocurrir. Las posibilidades de que Ciudadanos cambie de postura y apoye la moción de Sánchez siguen siendo remotas. El secretario general de la formación, José Manuel Villegas, lo confirmó tras un encuentro con Ábalos en el Congreso. Sin embargo, ni los secesionistas ni los nacionalistas vascos cierran la puerta a hacer presidente al secretario general del PSOE.
En el mundo independentista las posiciones no son unánimes. Tanto en Esquerra como en el PDeCAT hay quien defiende que no hay que desaprovechar la oportunidad de echar al PP y el hecho de que vaya a la levantarse el 155 de Cataluña, ahora que Torra acepta nombrar un Gobierno sin procesados, facilita en cierto modo las cosas. Aun así, el portavoz del PDeCAT en el Congreso -que también se reunió con Ábalos durante una hora- subrayó que hay «gravísimas discrepancias» con el PSOE y que todo dependerá del discurso de Sánchez.
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