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Pedro Sánchez situó «en la segunda mitad de mayo» el momento para «una nueva normalidad» con la suavización del confinamiento y de las restricciones a las actividades económicas. El presidente del Gobierno consiguió este miércoles la aprobación del Congreso a la tercera prórroga del ... estado de alarma, pero comprobó que la hostilidad de la oposición, lejos de atemperarse, ha ganado agresividad mientras que el apoyo de sus socios ha entrado en fase menguante y con un tono más crítico a su gestión de la pandemia de la Covid-19.
El debate parlamentario sobre la nueva quincena de restricciones, desde este lunes al 9 de mayo, fue tan áspero o más que los anteriores. El Gobierno no logró, con la salvedad incondicional de Unidas Podemos, encontrar complicidades para su gestión de la crisis sanitaria. Tampoco lo puso fácil el presidente del Gobierno, que huyó de la autocrítica, y a lo más que llegó fue a reconocer «errores» en genérico, pero, puntualizó, como sucede en «todos» los países. El líder del PP martilleó sin descanso en la búsqueda de una admisión de culpas, pero fue en vano.
El presidente del Gobierno intentó levantar la moral de los grupos parlamentarios con un dibujo «prudentemente optimista» del escenario de la pandemia. Habrá una desescalada «lenta y gradual» para no dar «pasos en falso» y para que sea «segura». El momento será a partir de la finalización de esta prórroga, siempre que se mantengan las cifras declinantes de contagios y fallecimientos. Sánchez, sin embargo, no detalló ninguna medida de esa suavización, más allá de permitir la salida a la calle a partir de este domingo de los menores de 12 años. «Vamos a pasar -dijo- de un confinamiento estricto a uno más laxo».
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Será, anticipó, un proceso «muy complicado» porque se va a pisar «un terreno ignoto». La relajación, prosiguió, será «asimétrica», con distintas velocidades, pero con criterios «homogéneos». Se decidirá en base a unos marcadores comunes para todo el país que establecerá el Ministerio de Sanidad. Pero a pesar de la insistencia del portavoz del PNV, Aitor Esteban, dejó en el aire si serán las comunidades autónomas las que la ejecuten en su ámbito territorial o si las decisiones serán de su Gobierno. «La gobernanza de la desescalada será compartida», o lo que es lo mismo, se buscarán fórmulas de colaboración, pero no avanzó más.
Pero este escenario no satisfizo a la oposición. Pablo Casado hizo una auditoría a la gestión en los más de 50 días de estado de alarma y su diagnóstico fue demoledor. Ocultamiento de muertos, ineficacia, mentiras, incompetencia, ignorancia. Actúa «como Nerón, tocando la lira mientras arde Roma».
El coronavirus en cifras
El líder del PP, que forzó un minuto de silencio por los 21.717 fallecidos por la Covid-19, puso el acento en la rectificación con el desconfinamiento de los niños, un monumento, dijo, a la descoordinación. Sánchez reconoció que el Gobierno «pecó de prudencia», pero dijo que prefería haber actuado así antes que caer en «la temeridad» de no medir las consecuencias.
Su duelo fue un toma y daca sin respiro. El presidente del Gobierno evitó el cuerpo a cuerpo y el jefe de la oposición lo buscó con denuedo. No hubo el más mínimo acercamiento, a pesar del acuerdo alcanzado entre ambos el pasado lunes para trasladar al Congreso el acuerdo de reconstrucción nacional. Pero la dureza del líder del PP fue una blandenguería para Santiago Abascal que reclamó para Vox el papel de «verdadera» oposición y tildó a Casado de «santo Job» por su «paciencia» con el Gobierno, y, sobre todo, por su apoyo a la renovación del estado de alarma. Los diputados de extrema derecha votaron en contra porque el confinamiento, según Abascal, es «un arresto domiciliario» de toda la sociedad. «Detrás de sus siglas -replicó Sánchez- hay odio» y le reprochó que trate de convertirse en adalid de la libertad de expresión cuando «solo cree en la libertad de la mentira».
Pedro Sánchez - Presidente del Gobierno. «No habrá decisiones definitivas durante la desescalada, habrá rectificaciones, avances y retrocesos»
Pablo Casado - Líder del PP. «Si la pandemia de la Covid-19 es un iceberg, su Gobierno es el Titanic»
El tono bajó con el resto de portavoces, aunque Sánchez tuvo que escuchar críticas desde todos los flancos del hemiciclo. Casado alertó de que el voto favorable del PP a la prórroga podía ser el último porque la «paciencia se está acabando» y su partido no puede participar en «esta orquesta mientras el barco se hunde». Se sumó el portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, para avisar que votaba a favor pero su respaldo «no es un cheque en blanco» para el futuro.
Hasta el representante del PNV anticipó que «si dentro de 15 días va a pedirnos otra prórroga, vaya pensando en cómo hacer esto o le adelanto que no tendrá nuestro voto favorable». Gabriel Rufián, de Esquerra, alertó asimismo de que su abstención estaba «más cerca del 'no' que nunca». El que dio el paso de la abstención al 'no' fue JxCat porque «se les ha acabado el crédito». Otro aliado, Íñigo Errejón, de Más País, reclamó a Sánchez que «aprenda a dejarse apoyar».
Sánchez pudo comprobar así que una cuarta ampliación del estado de alarma hasta finales de mayo tendría dificultades para prosperar. Su forma de gestionar la pandemia recibió, aunque con timbres distintos, el repudio general. Solo Podemos cerró filas.
No es lo más habitual pero más allá del Congreso han surgido 'oasis' de entendimiento entre el Gobierno y la oposición. Ocurrió el pasado viernes en el Ayuntamiento de Madrid y se repitió ayer en las Cortes de la Comunidad Valenciana, donde el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, reconoció que su Gobierno no fue consciente del alcance de la pandemia, y ofreció a la oposición «un gran acuerdo valenciano» para superar la crisis sanitaria, económica y social. A diferencia de lo sucedido ayer en el Congreso, la respuesta a la oferta del gobernante socialista de la oposición fue positiva. «Todos vamos a tener que ceder», avisó Puig.
La portavoz del PP, Isabel Bonig, brindó su «apoyo sincero» y lo focalizó en su respaldo a «un presupuesto de legislatura» porque «habrá que tomar decisiones complicadas». «Olvidemos el pasado», apuntó la diputada popular. El portavoz de Ciudadanos, Toni Cantó, se sumó: «Ponga una fecha porque no vamos a salir de esta con los presupuestos actuales». También su homólogo de Vox, José María Llanos, se adhirió: «Tiene toda nuestra lealtad. Sabemos que su voluntad es hacerlo bien».
Hace cinco días en el Ayuntamiento de Madrid, la portavoz de Más País, Rita Maestre, se alineó con el alcalde José Luis Martínez Almeida, del PP, «por la confianza sincera en que queréis acabar la crisis cuanto antes». Admitió que el alcalde «está comprometido para reducir el dolor de la pandemia». Almeida contestó: «Nos separan casi las antípodas ideológicas, pero hoy nos acerca la humanidad».
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