La gestualidad de los días previos hacía esperar poco del encuentro que mantuvieron este lunes por videoconferencia Pedro Sánchez y Pablo Casado y que duró aproximadamente una hora. Las dificultades para cerrar una cita y las reticencias del PP a la propuesta del Gobierno de ... un gran acuerdo político de reconstrucción tras la epidemia enfriaron las expectativas en vísperas de la reunión. Sin embargo, hubo un mínimo consenso, al menos para seguir explorando opciones.
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El PP, que se había propuesto derivar de la Moncloa al Congreso el diálogo político, no encontró resistencias en el Ejecutivo a su planteamiento. Aunque Sánchez ya trasladó la semana pasada al resto de líderes en la ronda de contactos su oferta de una mesa de partidos, accedió hoy a reconvertirla en una comisión parlamentaria para sumar a la principal fuerza de la oposición a la búsqueda de un pacto. «Lo importante -relativizó la ministra María Jesús Montero- es que la convocatoria cobre cuerpo, (...) lo de menos para el Gobierno es el formato».
El cambio sorprendió, en todo caso, a los partidos que recibieron por la mañana tanto la documentación sobre cómo podría articularse la mesa de reconstrucción en cuatro grupos de trabajo como la previsión de un posible encuentro para este martes. Fue el caso del PNV, que reprochó al Gobierno «falta de rigor e improvisación», aunque reiteró que participará en la convocatoria. También Vox se abrió a tomar parte en el órgano parlamentario tras haber rechazado conversar con Sánchez estos días. Ahora el Ejecutivo deja en manos del Congreso fijar el día y la hora y decidir el formato. Más tarde, será la propia comisión la que acuerde la metodología.
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Para el PP se trataba de un asunto fundamental. Hacía una semana que en el partido desconfiaban de las intenciones del Gobierno, de que el pacto de reconstrucción fuera, en realidad, una estrategia para «socializar errores». En público y en privado atribuyeron a Sánchez un interés en compartir la responsabilidad de la gestión para afianzarse en el poder. Y, en este escenario, abogaron por trasladar el diálogo a una «zona neutra», fuera de la Moncloa.
Sentarse, además, en el mismo foro que EH Bildu, Esquerra o Junts per Catalunya, partidos a los que este lunes citó Casado en la rueda de prensa tras el encuentro bilateral, suscitaba serias dudas en buena parte de la formación conservadora. «Con ellos comparto hemiciclo, pero lo que no me pueden obligar es a compartir una mesa de negociación extraparlamentaria», argumentó el líder de los populares.
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De haber sido determinante para descartar la presencia del PP en el diálogo político, algunos cargos del partido creen, sin embargo, que se habría cometido un error. Son las mismas voces que advierten sobre la necesidad de pacto que ha calado en la ciudadanía y la dificultad de explicar las razones por las que una formación decide quedarse fuera.
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Casado, en todo caso, celebró la concesión del Ejecutivo. Argumentó que la comisión parlamentaria permite que haya proporcionalidad en la representación de cada fuerza política y que, por lo tanto, los partidos con más escaños tengan un mayor peso. Además, subrayó que con este esquema de trabajo las medidas que se decida impulsar pueden elevarse a la consideración del pleno del Congreso. Lo que proponía antes Sánchez, a su juicio, era «un programa de gobierno».
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La propuesta que el Ejecutivo había trasladado pasaba por trabajar en cuatro áreas para hacer frente a los efectos de la epidemia: medidas para «reconstruir y reforzar» el sistema de salud; actuaciones «financieras, fiscales y administrativas» para relanzar el tejido empresarial y los sectores afectados por la pandemia; acuerdos de protección social para los colectivos más vulnerables; y búsqueda de una posición común para la negociación con la UE. Montero consideró este lunes, además, «razonable» que la iniciativa del Gobierno de aprobar un ingreso mínimo vital se someta ahora a discusión entre los partidos, aunque la aprobación no esté condicionada a ese debate.
Precisamente, la influencia del vicepresidente Pablo Iglesias en este tipo de propuestas hace también recelar al PP. De hecho, Casado marcó distancias con los próximos Presupuestos del Estado. «Los líderes de Podemos –dijo– asesoraron a los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia antes de que colapsaran económicamente. ¿Por qué iban a hacer algo distinto en España?».
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Lo que, en principio, sí podría respaldar el PP es la prórroga del estado de alarma, aunque los populares no concretaron el sentido del voto y reclamaron a Sánchez estudiar antes las peticiones del partido.
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