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El estado de salud de Alfredo Pérez Rubalcaba es de extrema gravedad. El que fuera vicepresidente del Gobierno, ministro del Interior y secretario general del PSOE en una de las épocas más difíciles vividas por el partido desde la Transición, entre 2012 y 2014, ... se encuentra ingresado en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid desde el miércoles por la tarde, cuando sufrió un ictus del que los médicos creen que difícilmente podrá ya recuperarse. El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, decidió este viernes suspender el viaje que iba a realizar a Barcelona para acompañar al Rey en la inauguración del Salón del Automóvil y participar en un acto de su partido ante el 26M, debido a que desea seguir en Madrid. El jueves ya había anticipado su regreso a España desde Rumanía, donde participaba en un Consejo informal de la UE, para poder acompañar a la familia del histórico dirigente socialista.
Durante la rueda posterior al Consejo de Ministros de este viernes, la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, ha afirmado, visiblemente emocionada, que «la lucha por vivir» de Rubalcaba «es la lucha de todos» y ha destacado que el histórico dirigente «siempre tuvo el Estado en su cabeza» y que es «uno de los mejores intérpretes del socialismo español».
Celaá ha iniciado así la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, en la que ha dicho que Rubalcaba sigue «luchando por su vida».
Desde la familia, comentan que la situación del exvicepresidente del Gobierno y ex secretario general del PSOE «sigue igual», explica Gregorio Martínez, el que fuera su jefe de gabinete y que ejerce de portavoz de la familia.
En declaraciones a los periodistas en el Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda, Martínez ha trasladado las gracias a los medios de comunicación por el tratamiento informativo.
Ha destacado además que la situación de Rubalcaba, que sufrió un íctus el pasado miércoles, «sigue igual que ayer».
Este viernes han acudido al hospital el exministro de Fomento José Blanco, el exportavoz parlamentario Antonio Hernando, el exministro de Trabajo Valeriano Gómez, el diputado Rafael Simancas y el exconsejero vasco de Interior Rodolfo Ares.
Un día antes, numerosas personalidades ligadas al PSOE se acercaron al hospital donde se encuentra ingresado Rubalcaba, y que está situado en la localidad de Majadahonda, como el expresidente Felipe González –que lo nombró ministro de Educación entre 1992 y 1993 y posteriormente lo eligió como titular de Presidencia y portavoz en una época en las que las ruedas de prensa de los Consejos de Ministros eran sesiones de alto voltaje en las que jamás faltaban las preguntas sobre los escándalos de corrupción o los GAL– y José Luis Rodríguez Zapatero, quien le encargó en 2006 la cartera de Interior con la encomienda de propiciar el fin de ETA, probablemente una de las misiones con las que más comprometido se sintió a lo largo de su dilatada carrera política.
También se acercó el propio Pedro Sánchez, con gesto serio, que declinó hacer declaraciones. Aunque horas antes, había escrito en su cuenta de la red social Twitter que «mi cariño y el de todos los socialistas son para él y para su familia».
Pendientes de la evolución de nuestro compañero Alfredo Pérez Rubalcaba. Mi cariño y el de todos los socialistas para él y para su familia, y los mejores deseos para su recuperación.
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) 8 de mayo de 2019
El actual responsable de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Fernando Grande-Marlaska –otra figura relevantes en la lucha contra la banda terrorista como juez de la Audiencia Nacional– aprovechó no en vano un acto de homenaje a los policías nacionales asesinados por ETA Eduardo Puelles y María José García, para dedicarle un «justo» agradecimiento por su «inteligente» labor en un momento decisivo para España.
De lo delicado de la situación en la que se encuentra Rubalcaba, un hombre fundamental no solo para entender los últimos treinta años del PSOE sino de toda la política española, habla también el hecho de que tanto el Rey como el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy se pusieran en contacto con su familia. El político de 67 años, retirado de la primera línea en 2014 –cuando volvió a dar clases a la Facultad de Químicas en la Autónoma– pero aún muy pendiente, interesado y preocupado por la actualidad del país, desempeñó un papel crucial, que reconocen tanto la Corona como el PP, en otro de los episodios clave de la historia reciente, la abdicación del rey Juan Carlos.
Durante dos años como secretario general del PSOE tuvo que soportar enormes presiones internas de quienes le exigían dejar paso a otra generación pero él aguantó hasta haber definido un proyecto sobre el que aún hoy cabalga Pedro Sánchez para tirar la toalla; lo que consideraba su responsabilidad. En mayo de 2014, tras un nuevo descalabro de los socialistas en los comicios europeos en los que emergió por primera vez Podemos, anunció su retirada. Sin embargo, no convocó Congreso extraordinario hasta el 19 y 20 de julio. La razón fue, se sabría después, su deseo de evitar que, en un momento de desconcierto y pánico por el empuje de Pablo Iglesias, el PSOE sucumbiera a la tentación republicana, justo cuando el jefe del Estado (él junto a Rajoy era uno de los pocos que estaban en el secreto) se disponía a ceder el testigo a su hijo Felipe para tratar de salvar a la institución de su deterioro.
Las muestras de afecto y reconocimiento hacia su figura se extendieron este jueves dentro y fuera de su partido. El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, no pudo reprimir las lágrimas al hablar de él durante una comparecencia en el Parlament. A Rubalcaba debe también la no siempre bien avenida familia socialista sus esfuerzos para reconciliar al PSOE con el partido «hermano» de Cataluña, en un momento en el que este había llegado a abrazar las tesis sobre el «derecho a decidir», con una propuesta de reforma federal del modelo autonómico.
Rubalcaba fue un político admirado y temido a partes iguales, pero un seductor en las distancias cortas. Sus adversarios le atribuyeron durante años las operaciones más maquiavélicas, desde los mensajes virales que tras el 11-M acompañaron la llegada de Zapatero a la Moncloa en 2004 a maniobras nunca probadas de espionaje político. En su despedida del Congreso, hace cinco años, sin embargo, recibió una cerrada ovación de todas las bancadas. «En España se entierra muy bien», decía él con su proverbial ironía.
En estos casos, hasta las rivalidades quedan a un lado. El líder del Partido Popular, Pablo Casado, escribió en Twitter «un fuerte abrazo y todo mi ánimo a la familia de Alfredo Pérez Rubalcaba y a sus compañeros de partido en estos difíciles momentos».
Un fuerte abrazo y todo mi ánimo a la familia de Alfredo Pérez Rubalcaba y a sus compañeros de partido en estos difíciles momentos.https://t.co/26WP3K2ony
— Pablo Casado Blanco (@pablocasado_) 8 de mayo de 2019
Pablo Iglesias, jefe de Podemos, daba ánimos a la familia de Rubalcaba: «Todo mi ánimo a Alfredo Pérez Rubalcaba, a su familia y a sus compañeros del PSOE en este trance. Ojalá quede en un susto y se recupere pronto. ¡Fuerza!».
Toda mi ánimo a Alfredo Pérez Rubalcaba, a su familia y a sus compañeros del PSOE en este trance. Ojalá quede en un susto y se recupere pronto. ¡Fuerza!
— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) 8 de mayo de 2019
Albert Rivera, presidente de Ciudadanos también se acordaba del histórico dirigente del PSOE: «Deseo que todo quede en un susto y Alfredo Pérez Rubalcaba pueda recuperarse lo antes posible. Envío todo el ánimo y un fuerte abrazo a él y a sus familiares, amigos y compañeros del PSOE. Mucha fuerza».
Deseo que todo quede en un susto y Alfredo Pérez Rubalcaba pueda recuperarse lo antes posible. Envío todo el ánimo y un fuerte abrazo a él y a sus familiares, amigos y compañeros del @PSOE. Mucha fuerza. https://t.co/oZUYsSWttn
— Albert Rivera (@Albert_Rivera) 8 de mayo de 2019
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