Se ha preparado durante semanas, con mimo. Midiendo cada palabra, sopesando cada idea, repasando una y otra vez la estructura. El Rey sabe que todo lo que diga durante su discurso de Nochebuena será escrutado al milímetro. En especial las alusiones a la situación ... de su padre, en Abu Dabi desde agosto del año pasado, y su posible regreso a España, del que se habla en las últimas semanas. Pero el Rey decidió no abordar este espinoso asunto y se centró en un discurso muy pegado al terreno de la situación económica, social y sanitaria del país con motivo de la pandemia, que aún continúa. Aunque remarcó el compromiso de la Corona de «ser ejemplo de integridad pública y moral», que no haya sombra de duda.
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Vestido con traje azul marino, camisa blanca y corbata con topos en rojo, azul y blanco, don Felipe volvió a cruzar su pierna derecha sobre la izquierda y con tono sereno, firme en ocasiones, tuvo palabras de ánimo para los habitantes de La Palma, de recuerdo para las víctimas del virus y de gratitud para el personal sanitario que ha estado en primera línea durante todo este tiempo. Trece minutos de discurso, desde una sala contigua a la sala de audiencias del Palacio de la Zarzuela, que este año no hizo de escenario como en los cuatro anteriores, en los que el monarca habló de la escalada en el precio de la luz, las dificultades de los jóvenes para encontrar un empleo estable e incluso tuvo tiempo de dar un tirón de orejas a los dirigentes políticos a los que instó a «colaborar» y llegar a un «entendimiento».
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La Princesa Leonor fue, de nuevo, protagonista muda de la alocución navideña del monarca. Si el año pasado destacaba fotografía de don Felipe con su primogénita durante la ofrenda que realizaron homenaje a las víctimas de la covid-19 en el Palacio Real, en esta ocasión la heredera aparece acompañada por su hermana, la infanta Sofía, durante su visita a la reserva de la biosfera de Montejo de la Sierra (Madrid), su primer acto conjunto en solitario. Doña Leonor, que este año cumplió 16 años y desde agosto estudia en el extranjero, va intensificando cada vez más su papel institucional, y ya tiene por costumbre pronunciar dos discursos al año: el de los Premios Princesa de Asturias y el de los Premios Princesa de Girona.
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No fue la única fotografía elegida de decorado para la ocasión. Sobre la mesa de cristal había un retrato de los Reyes con sus hijas en un verano en Marivent, o dos instantáneas para recordar las intervenciones de Felipe VI en la ONU y en el Parlamento Europeo.
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