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cristian reino
Domingo, 10 de marzo 2019, 15:30
Carles Puigdemont sigue siendo el hombre fuerte del centro derecha soberanista catalán. A pesar de que sectores del PDeCAT ya hace tiempo que han llegado a la conclusión de que la única salida que tiene la política catalana es romper con él y tratar ... de ir arrinconándole, de momento nadie en el espacio de la antigua Convergència se atreve a llevarle la contraria. Hasta el punto que Puigdemont tomó este domingo dos decisiones de calado: anunció que será el candidato de JxCat a las europeas y logró imponer a sus fieles en las listas para el 28-A para controlar de cerca al grupo parlamentario en el Congreso.
Después de que el viernes, Oriol Junqueras moviera ficha presentándose como cabeza de cartel de ERC tanto en las generales como en las europeas, quien este domingo quiso dar un golpe de efecto fue Carles Puigdemont. Tras una reunión de JxCat después de unas duras negociaciones con el PDeCAT, el expresidente anunció que será el cabeza de lista postoconvergente al Parlamento Europeo. «Es el momento de hacer un paso más para internacionalizar el derecho de autodeterminación desde el corazón de Europa», afirmó.
Puigdemont piensa en seguir con el 'procés' pero sobre todo busca el cuerpo a cuerpo contra Oriol Junqueras. Hace tiempo que los dos líderes del secesionismo se tienen ganas. Hay una pugna personal, pero además está la lucha por la hegemonía del soberanismo que explica en buena parte todo lo que ha pasado en Cataluña desde el año 2012. Ni Puigdemont ni Junqueras querían declarar la independencia pero si lo hicieron es porque ninguno quiso pasar a la historia como el blando que frenó el proceso.
Esa pugna se mantiene y será protagonista en la campaña de las europeas. La batalla será entre el 'exiliado' y el preso que se la jugó por «responsabilidad». El planteamiento no invita a que la política catalana tienda hacia un cierto aterrizaje. Ni en Bruselas, ni en Madrid, ni en Barcelona, donde Quim Torra tiene que decidir qué respuesta da a la sentencia del juicio. Fuentes de ERC apuntan a que convocará elecciones, aunque el presidente de la Generalitat apuesta por una vuelta a octubre de 2017.
Puigdemont se resiste desde Waterloo a quedar fuera de juego en la política catalana. El expresidente amenazó con romper el carné del PDeCAT y ha conseguido imponer a sus fieles en los lugares clave de la candidatura para el Congreso de Madrid. En cambio los perfiles más moderados, los que propugnan por una política de diálogo constructivo con el Gobierno, si es como el actual de Pedro Sánchez, han quedado defenestrados u ocuparán lugares de segunda fila en las listas. Dirigentes como Marta Pascal, Carles Campuzano o Jordi Xuclà, que responden al perfil más posibilista del nacionalismo catalán, no repetirán en las Cortes españolas.
Por contra, el PDeCAT, que se reunió este domingo de urgencia, ha tenido que someterse al dictado de Puigdemont que ha situado a sus escuderos en los puestos clave. Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull encabezarán de manera simbólica las listas de Barcelona, Lleida y Tarragona. Así, tras Sànchez que en caso de condena sería inhabilitado y no podría ser diputado, el exmandatario catalán ha colocado a Laura Borràs, Míriam Nogueras y Ramón Tremosa al frente de la candidatura de Barcelona. Además, Jaume Alonso Cuevillas, su abogado, va como cabeza de cartel por Girona. Dirigentes de su máxima confianza y que son partidarios de la política del cuanto peor mejor.
Borràs es la actual consejera de Cultura de la Generalitat. Es muy próxima a Quim Torra. Firmante del manifiesto Koiné, que acusaba a los catalanes procedentes del resto de España de colonos del franquismo. Nogueras, por su parte, es vicepresidenta del PDeCAT. La colocó Puigdemont al frente del partido después de que Campuzano, Xuclá y Pascal apoyaran la moción contra Rajoy para investir a Sánchez a espaldas del exalcalde de Girona.
La dirección del PDeCAT no lo quería, pero ha acabado agachando la cabeza ante Puigdemont. Meses atrás, fuentes de la cúpula posconvergente aseguraban que no volverían a permitir un nuevo trágala por parte del líder nacionalista como el que impuso al partido soberanista en las listas para las catalanas.
Desde la dirección del PDeCAT incluso se llegaba a amenazar con la ruptura y con la posibilidad de presentar una candidatura propia, al margen de JxCat y de la Crida. Pero la realidad se ha acabado imponiendo. La realidad es que las encuestas son muy desfavorables para el centro derecha soberanista y cualquier movimiento en contra de la unidad podía ser fatal electoralmente. Puigdemont sigue teniendo la llave de la política catalana y desde Waterloo hace y deshace a su antojo.
La imposición de una lista de radicales por parte del expresidente de la Generalitat es un mensaje hacia la política española. El otrora nacionalismo pactista acudirá al Congreso con la consigna de bloquear en la medida de lo posible la gobernabilidad en España. Sánchez ya puede saber que no podrá contar con los diputados de JxCat, salvo que se avenga a negociar un referéndum sobre la independencia. El PDeCAT, mientras, se queda con un premio de consolación. En la listas para Barcelona en las municipales, Quim Forn irá de número 1, Elsa Artadi de dos, pero cabeza de lista en la práctica, y la tercera será Neus Munté.
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