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Si de algo quería disfrutar esta vez el PSOE era de no ser el principal interpelado. Y Pedro Sánchez dio hoy un golpe al tablero para evitar que se posen las miradas en él. El presidente del Gobierno retó al PP a romper con Vox ... en todas las comunidades autónomas o municipios de España en los que mantienen alianzas si de verdad quiere negociar la abstención de los socialistas en la investidura de Alfonso Fernández Mañueco para que gobierne en solitario en Castilla y León.
La dirección del PSOE, con Sánchez a la cabeza, se siente muy incómoda con el cariz que en las últimas horas ha ido tomando el debate político. Las elecciones del pasado domingo no fueron bien para ellos. Se dejaron siete diputados respecto a la que había sido, en 2019, su mejor marca en treinta años. En Ferraz y en la Moncloa, sin embargo, respiraban tranquilos pensando que su descalabro pasaría a un segundo plano ante el dilema abierto en el PP: qué hacer con un resultado que pone en solfa la decisión instigada desde Génova de llamar anticipadamente a las urnas.
Los socialistas estaban determinados a hacer de la necesidad virtud y aprovechar el trampolín que los populares habían servido en bandeja a Vox para movilizar a su electorado de cara a futuros comicios. El problema fue que, no ya desde fuera, si no desde sus propias filas se alentara la discusión sobre si por «responsabilidad» y «coherencia» deberían abstenerse en la investidura de Mañueco para impedir que el de Castilla y León se convierta en el primer Ejecutivo de España con un vicepresidente o consejeros de la extrema derecha.
Al alcalde de Valladolid, Óscar Puente, que ya se pronunció el lunes en este sentido, se unió hoy el de León, José Antonio Díez, en una entrevista en Onda Cero, «Lo peor para Castilla y León es Vox, cualquier otra opción es menos mala o mejor», advirtió. La ejecutiva federal ya había descartado en la víspera el escenario de un voto en blanco con el argumento de que el PSOE tampoco se puede responsabilizar de que siga en el Gobierno un partido acuciado por los casos de corrupción; el mismo discurso esgrimido en 2016 por Sánchez para sustentar su ‘no es no’ a Mariano Rajoy. Este martes, no obstante, los socialistas matizaron su postura.
Tanto el portavoz de la ejecutiva, Felipe Sicilia, como el portavoz del grupo parlamentario, Héctor Gómez, y la del Gobierno, Isabel Rodríguez evitaron en sucesivas intervenciones cerrar sin más la puerta a una abstención, pero al mismo tiempo advirtieron de que es al PP a quien corresponde mover ficha. Conscientes de las diferencias abiertas en la formación conservadora sobre esta cuestión, instaron a Mañueco dejar claro si desea imponer a Vox un cordón sanitario.
El candidato y líder del partido en Castilla y León, Luis Tudanca, remató el balón en una comparecencia en la que –además de dar marcha atrás en sus declaraciones de la noche electoral, cuando dejó caer que tenía intención de dejar el cargo–, insistió en que no «regalará» el cargo al PP tras 35 años de «corrupción». Y añadió que los socialistas castellanoleoneses no serán el chivo expiatorio de Pablo Casado y que en manos del PP está demostrar que no quiere tener que ver con Vox rompiendo el más mínimo lazo.
Ese fue también el órdago de Sánchez en la sesión de control al Gobierno en el Senado. «Que explique el por qué Vox es un peligro para la democracia –insistió– y que hay que ponerle un cordón sanitario».
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