El Tribunal Militar Territorial cuarto de A Coruña ha condenado a seis meses de prisión a un sargento de la Guardia Civil por propinarle un puñetazo en la cara y darle patadas en una pierna y en el abdomen a un subordinado hasta tirarlo al ... suelo. Los hechos tuvieron lugar el 18 de enero de 2020 en la localidad lucense de Foz, cuando el jefe del puesto agredió a un guardia civil raso tras una comida de trabajo para despedir a un compañero.
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La sentencia del órgano castrense considera probado que el sargento R. M. A., sin antecedentes penales, cometió dos delitos en virtud del Código Penal Militar: abuso de autoridad en su modalidad de maltrato (cuatro meses de prisión) y lesiones (dos meses), con la accesoria en este caso de suspensión militar de empleo, de cargo público y de derecho de sufragio durante el tiempo que dure la condena.
Se da la circunstancia de que el sargento ya abonó el pasado enero la responsabilidad civil al perjudicado, 11.619 euros, que estuvo de baja durante 205 días recuperándose de las lesiones. Un pago en busca de atenuantes por reparación del daño y que, además, supone reconocer en cierto modo los hechos contenidos en el escrito de acusación de la Fiscalía Militar.
Según el relato de la sentencia, se celebró una despedida de compañeros de la Guardia Civil tanto del puesto de Foz como de la Unidad de Puertos y Fronteras (con base en la misma localidad lucense) en el restaurante 'Casa Damián'. Durante el transcurso de la comida tuvo lugar un incidente con una botella entre el guardia alumno R. R. E. y el citado sargento.
El alumno estuvo haciendo bromas con una botella. Salió del local a fumar y la dejó en una silla. Al regresar observó que se había roto, manifestándole el camarero que no se preocupara. Pasados unos instantes, el sargento se levantó e hizo unas fotografías al recipiente roto y se dirigió al subordinado, avisando de que no iba a acabar las prácticas y que se olvidara de entrar en plantilla del Instituto Armado como consecuencia del incidente.
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Una vez finalizada la comida, encontrándose el guardia agredido fuera del restaurante, fumando, se encontró con el guardia en prácticas, que se encontraba «muy preocupado y angustiado» por el problema que acababa de tener con el jefe. Tras salir del restaurante casi todos los asistentes se desplazaron al bar 'La Esquina', y ya en dicho local, la víctima se dirigió al sargento, el cual se encontraba jugando al futbolín con tres compañeros, y le preguntó si podía hablar con él con la finalidad de mediar para apaciguar los ánimos.
El sargento y el subordinado salieron del local para hablar, manifestándole este último que no le parecía normal que durante el transcurso de una comida distendida y en la que se lo estaban pasando bien amenazase al joven de prácticas. En ese momento el jefe de puesto le mostró unas fotos de su teléfono móvil con unas botellas, diciéndole que ya era mayor y que además no le tenía que decir lo que tenía que hacer.
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En ese instante, el agresor le requirió que se alejasen un poco más para que no les viese nadie, avanzando unos 25 metros, y parándose a la altura del bar 'Fina', momento en el cual el sargento explotó. «Tú no tienes ni puta idea, tú no eres quien para decirme a mí lo que tengo que hacer», le espetó. A continuación subió la tensión y le propinó un puñetazo en el pómulo derecho al subordinado, cayéndosele las gafas, dándole patadas a continuación en la pierna izquierda y en el abdomen, llegando a caerse al suelo.
El agredido, defendido por el abogado Antonio Suárez-Valdés, se levantó, volvió al bar y se lo comentó a otro compañero. Tenía sangre en el labio y algo magullada la cara, y le explicó que venía muy nervioso y preocupado por el incidente, ya que hacía poco había sido operado de la espalda, aconsejando el compañero que se fuese al hospital. Fue atendido ese mismo día en el punto de Atención Continuada de Burela.
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Le diagnosticaron policontusiones en diferentes partes del cuerpo, de «fractura de cabeza del quinto metacarpiano» de la mano derecha y cuadro ansioso depresivo. La baja se demoró, además, por la pandemia. Ahora, dos años después, el Tribunal Militar ha confirmado los hechos que rompieron la tranquilidad en el puesto de la Guardia Civil de Foz.
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