Salvo sorpresa mayúscula, el Congreso alumbrará este martes el primer gobierno de coalición en España desde 1939. Una unión entre PSOE y Unidas Podemos basada en un programa común de Gobierno y respaldada por 155 diputados que deberá explorar un territorio político desconocido desde el inicio de la Transición ... . Sin embargo, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no tienen que buscar lejos de nuestras fronteras, ya que cuentan con el ejemplo cercano de los ejecutivos de 13 de los 17 gobiernos regionales de las Comunidades Autónomas, herederos de la crisis el bipartidismo que acabó con las mayorías absolutas (excepto en la Galicia del popular Alberto Núñez Feijoo).
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La primera vez que dos partidos se repartieron un Gobierno autonómico fue en 1986, cuando el PNV necesitó al PSOE para investir como lehendakari a José Antonio Ardanza. Tres décadas más tarde, socialistas y morados gobiernan de forma conjunta en Aragón, Baleares, Comunidad Valenciana y La Rioja, cuya coalición estuvo a punto de fracasar pese a que la formación morada solo contaba con una diputada regional. En Navarra, además, lo hacen junto a los nacionalistas de Bildu y de Geroa Bai. Y en Canarias, se le suman Nueva Canarias y la Agrupación Socialista Gomera.
En el País Vasco, de nuevo, una coalición formada por PNV y PSOE se sostiene gracias al apoyo a los presupuestos de los diputados de Elkarrekin-Podemos, aprobados el pasado 27 de diciembre. Mientras que en Cantabria, los socialistas mantienen al gobierno regionalista de Miguel Ángel Revilla, todo pese a las amenazas de retirarle su apoyo tras el viraje del PRC al 'no' en la investidura de Sánchez.
Otro ejemplo claro de esta nueva política del acuerdo se da en Valencia, donde el socialista Ximo Puig y Mónica Oltra, de Compromís, y el candidato de Unidas Podemos Rubén Martínez Dalmau, reeditaron el pasado 12 de junio el conocido como pacto del Botánico. Establecieron seis ejes principales: «transición ecológica y lucha contra la emergencia climática», «feminismo, diversidad e igualdad de trato», «servicios públicos para continuar rescatando y cuidando de las personas», «empleo, modelo productivo e innovación», «calidad democrática y buen gobierno» y «fiscalidad progresiva, financiación justa e intereses valencianos». Una canción que recuerda al acuerdo presentado la semana pasada por Sánchez e Iglesias. Al principio funcionó para dar estabilidad a la región, pero poco a poco el delicado equilibrio entre los tres partidos se ha ido erosionando.
Sin embargo, ha servido de inspiración para el propio Iglesias, que puso el pacto como ejemplo durante las campañas electorales del 28-A y el 10-N –también el que mantienen los suyos con Francina Armengol en Baleares– de «buena gestión» y de «entendimiento» para intentar atraer la mirada de Sánchez.
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Investidura de Sánchez
Ramón Gorriarán
Miguel Ángel Alfonso
Durante el debate de investidura, el líder socialista hizo lo propio señalando que el acuerdo del Botánico «ha servido de inspiración para este nuevo Ejecutivo de coalición» y avanzó que el objetivo es trasladar determinados puntos al ámbito nacional tales como el pacto valenciano contra la violencia genero o recuperar la sanidad universal.
En Cataluña, en cambio, la coalición separa a independentistas, a un lado, y a unionistas, al otro. Lejos quedan los tiempos en los que ERC apoyó la investidura del socialista José Montilla como presidente de la Generalitat, aunque solo hayan pasado 14 años de aquello. Ahora se reparten el poder JxCat junto a los soberanistas, pero eso puede cambiar en las próximas elecciones catalanas tras la abstención de los segundos en la investidura de Sánchez y su posible 'sorpasso' a los posconvergentes.
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En el otro extremo del tablero político se encuentra los gobiernos de Castilla-León, Madrid, Andalucía y Murcia, todos ellos nacidos de los acuerdos entre el PP y Ciudadanos con el beneplácito de Vox.
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