Los primeros disturbios por el encarcelamiento de Pablo Hasel sorprendieron a los partidos soberanistas en plenas negociaciones por el futuro Gobierno de Cataluña tras el 14-F y con un Ejecutivo dividido entre Junts y ERC. Desde la Generalitat primero se puso el foco en ... la actuación de los Mossos d'Esquadra señalando que «las manifestaciones en el siglo XXI no pueden terminar con heridos». Pero tras cinco noches seguidas de algaradas, el conseller de Interior, Miquel Sàmper, ha acabado calificando los actos violentos como «puro vandalismo».
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«Al principio era evidente que era un acto de protesta por la libertad de expresión y por la injusticia de una sentencia y se ha producido una evolución a actos de puro vandalismo, a robos», justificaba su cambio de postura el consejero este domingo en una entrevista en RAC-1.
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Por la tarde, representantes de los sindicatos de los Mossos, que habían amenazado con un «plante», se reunieron con Sampèr para solicitarle una «defensa explícita» del cuerpo. Pese al malestar de los agentes, el consejero les trasladó que el sistema del orden público «tiene que revisarse» y les recordó que esta es una demanda de «un ámbito amplio de 82 diputados», en referencia a la mayoría de ERC, Junts, la CUP y los comunes.
Los Mossos consideran «inaceptables» estas palabras y defienden que ya cuentan con mecanismos para investigar posibles actuaciones deficientes. «Es una aberración que se nos acuse a las primeras de cambio», afirmaban en un comunicado emitido tras la reunión con Interior.
En el ámbito nacional, los disturbios también han desatado un debate político. Desde Unidas Podemos se sigue poniendo el foco en el descontento social en el que se han visto atrapados los jóvenes, entre dos crisis (la de 2008 y la de la covid-19). Una situación cuya «raíz», consideran, «hay que debatir». También insisten en acusar a los medios de comunicación en centrarse en las algaradas para que «nada cambie».
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Así lo manifestaron este domingo en una publicación en la cuenta oficial del partido en Twitter, después de cinco días de protestas en los que aún no han condenado los actos violentos. «Que no caigamos en esa trampa no nos pone del lado de la violencia, sino del avance democrático», tuiteó la formación morada.
El presidente del Partido Popular, Pablo Casado, en cambio, ha encontrado en los disturbios un nuevo ariete para intentar mellar la estabilidad de la coalición. Este domingo, en las redes sociales, insistió en pedir a Pedro Sánchez el cese de los ministros que «justifican la kale borroka».
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