Sánchez se enmienda y eleva a los referentes del Gobierno en la dirección del PSOE

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, será a partir de este sábado, cuando el comité federal ratifique los nombramientos, la nueva número dos de la formación. Hasta ahora, formaba parte de la ejecutiva pero únicamente como vocal, lo mismo que la ministra de Educación, Pilar Alegría, que asumirá el cargo de portavoz en sustitución de Felipe Sicilia, un hombre muy cercano a la dimisionaria Lastra.

Montero nunca se involucró en las batallas orgánicas, a pesar de que hubo un tiempo en el que algunos le situaron junto a Susana Díaz, de la que fue consejera en la Junta de Andalucía. Pero Alegría, en cambio, sí tuvo un papel claro tanto en la candidatura de Eduardo Madina en 2014 como en la de la 'archienemiga' del hoy presidente del Gobierno en 2017. Aunque la política aragonesa no es excesivamente conocida para el gran público, internamente sí se aprecia su potencial y recientemente se ha granjeado muchos elogios por su confrontación con la presidenta de la Comunidad de Madrid, la popular Isabel Díaz Ayuso, y su política de becas.

En la portavocía del Congreso, Sánchez colocará a Patxi López, que -apoyado por el desde hace un año jefe de gabinete del presidente, Óscar López- también le disputó hace cinco años, como 'tercera vía', la secretaría general. La integración del exlehendakari en su ejecutiva fue una de las escasas concesiones que el renacido líder socialista hizo entonces a sus opositores, pero actualmente su papel como secretario de Memoria Democrática era muy secundario. Ahora Sánchez recurre a la popularidad, las dotes comunicativas y la autoridad moral del político vasco, para, entre otras cosas, neutralizar los ataques de las formaciones de la derecha por los acuerdos con EH Bildu; el último y más polémico, sobre la Ley de Memoria Democrática.

López sustituirá en la Cámara baja al canario Héctor Gómez, que pese a su modesta proyección pública venía realizano una silenciosa labor de coordinación y negociación, determinante para salvar votaciones en un escenario de alta volatilidad. La secretaría que López deja vacante será ocupada por el ministro de Cultura y exprimer secretario del PSC, Miquel Iceta, otro de los rostros más conocidos del Ejecutivo.

La estructura interna sufrirá pocos retoques más. Algunos creían que, como hizo hace un año, cuando cesó tanto a la vicepresidenta Carmen Calvo como a su director de gabinete, Iván Redondo, Sánchez prescindiría de su secretario de Organización, Santos Cerdán. Hacía tiempo que había llegado a sus oídos la difícil relación que mantenía con Lastra. A su enfado por los enredos internos achacaron algunos la frase que pronunció en la ejecutiva posterior a la dolorosa debacle andaluza del 19 de junio: «Hay que funcionar de una manera seria». Pero esta vez la solución no ha sido salomónica. Cerdán seguirá en su puesto con el apoyo, como adjunto, del jienense Juanfran Serrano, que deja la secretaría de Pacto de Toledo. Este cargo pasará a manos de Iván Fernández, que cubre la cuota asturiana de la exnúmero dos.

El peso estratégico del partido, el diseño de los mensajes a la puertas de un 2023 electoral, basculará, en todo caso, hacia la Moncloa. El presidente del Gobierno ha ideado una suerte de comité director del que, además de María Jesús Montero, Pilar Alegría, Patxi López y Santos Cerdán, formarán parte el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, la portavoz del Ejecutivo, Isabel Rodríguez y la portavoz en el Senado, Eva Granados. Todos estaban ya en la ejecutiva. Pero al grupo se unirá Óscar López, el sustituto de Redondo, el amigo junto al que Sánchez creció políticamente, del que se distanció en la 'guerra civil' de 2016 y con el que se volvió a encontrar hace un año para disgusto de fieles como Lastra.

Con el anuncio de estos cambios, el jefe del Ejecutivo cierra la crisis abierta el lunes con la renuncia de la exvicesecretaria general y pone fin a la incertidumbre que se había vuelto a apoderar del PSOE tras el 'subidón'del debate sobre el estado de la nación. La reforma implica el reconocimiento de un error porque hace apenas nueve meses que renovó equipos en el 40º congreso federal. Pero la autoenmienda es parcial. No habrá remodelación del Gobierno. Los ministros que ahora asumirán cargos orgánicos mantendrán también sus responsabilidades institucionales.

Lo que busca el jefe del Ejecutivo es aumentar la potencia de tiro de sus mensajes en un momento en el que el ruido en la coalición con Unidas Podemos, las contradicciones a las que obliga la necesidad de completar la mayoría parlamentaria con aliados como ERC y EH Bildu y la galopante inflación, capaz de devorar a una velocidad de vértigo medidas sociales como la subida del Salario Minimo Interprofesional o el Ingreso Mínimo Vital, le están pasando factura, a tenor tanto de las últimas elecciones autonómicas como de los sondeos. Todo frente a un PP aparantemente energizado con el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo.