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Pedro Sánchez, Carmen Calvo y Pablo Iglesias tras seguir una comparecencia de Pablo Casado en el Congreso de los Diputados. ep

De la moción de Murcia a la invasión de Ucrania, el año que descalabró el tablero

Casado e Iglesias han caído, el Gobierno sigue en horas bajas, el PP toca fondo, Vox se afianza y los aliados del PSOE se alejan

Domingo, 13 de marzo 2022

«El aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo». El proverbio chino explica mejor el efecto mariposa que la teoría de Edward Lorenz sobre el impacto de unos hechos a kilómetros del lugar donde suceden. Fue lo que pasó con ... la abortada moción de censura en Murcia, de la que esta semana se ha cumplido un año. En este tiempo, han hecho mutis por el foro Pablo Iglesias y Pablo Casado, han irrumpido con fuerza Isabel Díaz Ayuso y Yolanda Díaz, Ciudadanos es atrezo político, Vox se ha consolidado, el PP atraviesa su peor crisis, Sánchez dio la vuelta a su Gobierno, y los aliados del PSOE se han crecido. Y para remate, estalló la guerra en Ucrania con inciertas consecuencias domésticas.

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Entre la una y las dos de la madrugada del 10 de marzo de 2021 el teléfono de Carlos Cuadrado, entonces vicesecretario general de Ciudadanos, no paró de sonar. Llamaba Teodoro García Egea, a la sazón secretario general del PP, para saber si era verdad el soplo de una moción de censura de socialistas y liberales en Murcia. Confirmado el dato, viajó a su tierra, frustró la operación, y de paso abrió la puerta a un carrusel de acontecimientos políticos.

Días de rosas y lágrimas

La cara y la cruz del PP

La moción de censura murciana sonó a música celestial en los oídos de Isabel Díaz Ayuso. Era la oportunidad que buscaba, y no encontraba, para adelantar las elecciones madrileñas y desembarazarse de Ciudadanos. El 4 de mayo arrasó. Sacó al PP del pozo en que cayó tras las últimas generales y se convirtió en el icono de su partido. El horizonte solo prometía glorias. Pero a la vez empezaba a incubarse la crisis.

El choque con Pablo Casado por el poder político regional fue la chispa que desató la crisis más grave en la historia reciente de los populares. Tras un confuso episodio de espías, corrupción y chantaje, Casado ha pasado de hacer cábalas sobre su desembarco en la Moncloa a quedarse sin despacho en la calle Génova. Y no sabe por qué. Nunca se le pasó por la cabeza que su liderazgo era endeble. Alberto Núñez Feijóo, el «deseado» en el PP, asumirá el mando el 1 de abril con la tarea de insuflar moral a un partido que cada día siente más cerca el aliento de Vox. Su primer movimiento ante la extrema derecha fue autorizar un histórico Gobierno de coalición en Castilla y León. Era gobernar a toda costa o no gobernar.

Crisis de Gobierno al calor de julio

Revolución en la Moncloa

El 10 de julio, Pedro Sánchez encaró una honda remodelación de un Gobierno que daba muestras de agotamiento en solo año y medio. El PSOE vivía a rebufo del PP, el revés de Madrid era de difícil digestión y lo que parecía el final de la pandemia llevó a Sánchez a prescindir de pesos pesados, Carmen Calvo, José Luis Ábalos e Iván Redondo, junto a media docena de ministros.

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Pero Sánchez no ha logrado revitalizar la parroquia socialista, Mantiene su trayectoria gris en los sondeos y solo el desastre del PP ha devuelto al PSOE a la cabeza. Con el detalle no menor de que no podría volver a gobernar porque la suma de la derecha superaría a la izquierda.

Dos renuncias al precio de una

Sin Iglesias y sin Díaz

El 15 de marzo del año pasado, un Pablo Iglesias «muy quemado», según dijo, dejó el Gobierno para ser el candidato de Unidas Podemos en las elecciones madrileñas. Tras la apertura de las urnas, la noche del 4 de mayo, también abandonó el liderazgo del partido y, en teoría, la política. Entronizó a Yolanda Díaz, pero el movimiento no ha salido como esperaba. Ella crece sola y Podemos decrece.

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La vicepresidenta se descolgó casi nada más llegar con un proyecto de frente amplio más allá de la izquierda que Podemos aplaude con sordina. La plataforma, para exasperación de los morados, no camina y su papel en ese proyecto, según Díaz, sería subsidiario. Nada de la «nave nodriza», que reclamó Juan Carlos Monedero. Podemos se ha quedado sin Iglesias, con Díaz distante y un liderazgo inane de Ione Belarra.

Auge y caída por la derecha

Vox se afianza y Cs languidece

El partido de Santiago Abascal ha demostrado que España, aunque con retraso, es homologable con Europa en lo que a la extrema derecha se refiere. Vox ha venido para quedarse y con pretensiones de discutir al PP la hegemonía de la derecha. Por primera vez y aunque denuesta el sistema autonómico, gobernará en una comunidad, Castilla y León. Impensable hace cuatro años. Como inimaginable era que sea la tercera fuerza y en ascenso con un discurso radical tan simple como eficaz.

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La cruz de la moneda es Ciudadanos, muñidor y estropiciador de la moción de censura. Los liberales pudieron gobernar España tras las generales de abril de 2019, pero avanzan con brío hacia la irrelevancia. Desaparecieron de la faz política en Madrid, casi en Castilla y León, el goteo de deserciones siguió imparable y ni sus dirigentes ven futuro.

Las claves

  • El 4 de mayo Al tiempo que Ayuso arrollaba en las elecciones de Madrid empezaba a incubarse la crisis en el PP

  • Trayectoria gris Los cambios del Gobierno no han revitalizado al PSOE, que siguen sin remontar en los sondeos

  • Relevos La salida de Iglesias ha generado un vacío en Podemos que Yolanda Díaz ha evitado cubrir

  • Consolidación Vox se ha convertido en la única fuerza que crece sin cesar y sus expectativas son inmejorables

  • Efecto inverso La guerra ha erosionado a la colación gubernamental y parece moderar a la oposición.

La rebelión en casa

Los aliados elevan la factura

Nunca han sido sencillas las relaciones del PSOE con sus aliados, pero en estos últimos meses se han convertido en traumáticas. Tras aprobar los Presupuestos, el «por los pelos» se ha convertido en el calibre habitual para definir los márgenes del Gobierno para sacar adelante sus iniciativas legislativas. El ejemplo palmario fue la reforma laboral, aprobada por el error de un diputado del PP.

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La desconfianza en el bloque de la investidura es creciente, y algunos guiños a Ciudadanos la alimentan. Aunque también es cierto que el Gobierno y sus aliados no han perdido ninguna votación relevante en el Congreso. Pero el clima está enrarecido y más que lo va a estar a medida que avance la legislatura, se acerquen las elecciones y los nacionalistas suban más el listón. El temor a la derecha ha dejado de ser un cemento eficaz.

Las armas para Ucrania

Tensión entre los socios

Sánchez reseñaba esta semana que no hay precedente de un Gobierno que haya afrontado una pandemia, una catástrofe climatológica, la erupción de un volcán y una guerra. Ha sido esta última la que ha hecho crujir las cuadernas gubernamentales. El choque entre socialistas y Podemos por la entrega de armas la resistencia de Ucrania ha sido la última cuenta de un largo rosario.

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Con Iglesias en el Gobierno las disputas se ventilaban con las ventanas abiertas, con Díaz se bajaron las persianas. Mas no por ello desaparecieron. La peculiaridad del último encontronazo ha sido que más que enfrentar a socialistas y morados ha partido las aguas en el socio menor. Mientras la vicepresidenta, los comunes e IU cerraban filas con el presidente. Podemos tildaba al PSOE de «partido de la guerra». Una andanada difícil de explicar en una coalición que, pese a todo, se jacta de su buena salud.

La evolución de los acontecimientos permitirá comprobar si la moderada respuesta de la oposición, ahora con Feijóo, se afianza o si la guerra también se convierte en motivo de confrontación. De ser así, las consecuencias serán nefastas.

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