Luz en el túnel de los Presupuestos

No cabe duda de cuál es la hoja de ruta preferente en las filas de Unidas Podemos. La suma de Esquerra y el resto de socios que hicieron viable la investidura de Sánchez en enero sigue formando parte del ideal de los de Pablo Iglesias. Esa mayoría, sin embargo, no se ha mostrado cohesionada en el último año. Y en la parte socialista del Gobierno se tienen muy en cuenta algunos elementos que añaden incertidumbre a la senda de los republicanos. Sobre todo, la presión preelectoral en Cataluña, que puede encorsetar en el Congreso a la formación de Oriol Junqueras. Pero también está en el recuerdo el alejamiento de los independentistas durante la emergencia sanitaria y el diálogo frustrado en 2019, que derivó en elecciones generales.

De momento, lo que el Gobierno ha procurado esta semana es no taponar ese camino. El compromiso de Sánchez con Gabriel Rufián para convocar en septiembre una nueva reunión de la mesa entre el Ejecutivo y la Generalitat busca, precisamente, mantener abiertos todos los cauces de diálogo. Eso es lo que espera Unidas Podemos y, reconocían estos días en la Moncloa, que sus avisos «no caen en saco roto». En todo caso, coinciden en las filas socialistas en que sería una torpeza dinamitar puentes con Esquerra cuando la legislatura, pese a la intensidad de estos meses, no ha hecho más que comenzar.

Para la formación catalana, el foro bilateral, compromiso de investidura sellado con el PSOE, es requisito previo e indispensable para sentarse a abordar las cuentas públicas. Pero Rufián dejó el jueves meridianamente claro que, aun así, no habrá acuerdo que conjugue a los republicanos y a Ciudadanos. O el uno o el otro.

El esquema con el que trabaja Sánchez, sin embargo, es bien distinto. El rechazo de la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, a «elegir» es bastante expresivo. En la Moncloa, el PSOE no quiere descartar a Ciudadanos, que en los últimos meses ha dado garantías de estar dispuesto a llegar a pactos. Y ni su presencia ha espantado a todos los socios de investidura ni la dirección de Inés Arrimadas ha visto en el diálogo con la Generalitat, enfoque que no comparte, motivo de ruptura de las conversaciones.

De hecho, si algo deja la semana es que puede haber una mayoría alternativa que incluya a algunas de las fuerzas políticas que respaldaron en enero a Sánchez. Ni el PNV ni aliados como Compromís o Más País han manifestado vetos. Es verdad que los nacionalistas vascos siguen considerando que lo «lógico y lo coherente» es que el jefe del Ejecutivo intente preservar la red de apoyos que le permitió llegar a la Moncloa. Pero están dispuestos a negociar y lo van a hacer ya.

Si PSOE y Unidas Podemos contaran con Ciudadanos, PNV, Compromís, Más País y dos votos más de alguna fuerza minoritaria, como Nueva Canarias, el Partido Regionalista de Cantabria o Teruel Existe, las cuentas saldrían.

Quienes tienen experiencia en esto de las negociaciones dan por sentado que entramos en fase de escenificación. En primer lugar, porque todos los partidos afinarán sus bazas. En segundo, porque querrán salir del acuerdo de Presupuestos en las mejores condiciones.

Si Podemos ha necesitado dejar claro que el proyecto es tan suyo como del PSOE; Ciudadanos buscará trasladar que su contribución centra las cuentas; el PNV, que las exigencias de Arrimadas no condicionan sus pactos con el Gobierno; y Compromis y Más País, que la orientación progresista está garantizada y que Sánchez ha cumplido sus compromisos de investidura. Mientras tanto, Esquerra hará del diálogo sobre Cataluña su eje.

En realidad, hay un interés bastante extendido en que, sea cual sea el camino del Gobierno, las cuentas vean la luz. Lo contrario significaría una convocatoria anticipada de las elecciones. Eso no interesa ni al PSOE ni a Unidas Podemos. Pero, ni siquiera, al PP, que ha descartado entrar en la negociación presupuestaria e insiste en que el Ejecutivo tiene otras opciones. Fuentes del partido fuera de Madrid subrayan que Pablo Casado necesita «tiempo» para articular su «proyecto» como alternativa. Es decir, que la legislatura aguante. Esas voces advierten sobre un «mal cálculo» que lleve a pensar en comicios precipitados, porque esta sería ya la tercera vez que el líder de los populares se presenta como candidato.