Xabier Garmendia
Lunes, 28 de febrero 2022, 07:43
Sus caras revelaban una mezcla de pena y temor por lo sufrido y de esperanza por no tener que seguir padeciéndolo, pero sobre todo de extremo cansancio. Las tres horas en el avión 2881 entre Cracovia y Madrid han volado literalmente en comparación con las ... 52 que tardaron por carreteras secundarias desde Kiev hasta la frontera polaca. Cerca de 150 españoles evacuados de Ucrania han puesto fin a la peor pesadilla de sus vidas y han aterrizado este lunes a las 6.00 de la mañana en Barajas gracias a los dos convoyes organizados por la embajada y escoltados por los GEO.
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Antonio y María se encontraban en Kiev con su hija mayor para ser de nuevo padres por gestación subrogada. La situación se empezó a complicar horas después del nacimiento del bebé, por lo que no tardaron en llamar a la embajada. «Nos dijeron que cogiéramos lo imprescindible, que lleváramos máximo 10 kilos por persona y que fuéramos corriendo», relata el padre de familia. El viaje hasta la frontera fue «agotador», sobre todo para las pequeñas, a las que intentaban entretener de las formas más improvisadas.
«Le contaremos a nuestra hija recién nacida que sobrevivió a una guerra», promete Antonio, deseoso de llegar a casa y olvidar lo vivido. Difícilmente podrá hacerlo Victoria, ucraniana de nacimiento y esposa de un catalán, quien ha dejado a toda su familia en Kiev. «Cada hora miro al móvil y pregunto a mi madre si sigue viva, cómo está mi hermana...», cuenta. Embarazada de siete meses, ha abandonado su país y ahora recalará en Barcelona con Roger, pero con la esperanza de volver: «Espero poder ver de nuevo a mi familia».
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Ni Roger ni Victoria se esperaban que el conflicto pudiera llegar a la misma capital ucraniana: «Acabábamos de comprar un piso cerca del aeropuerto, está en primera línea de fuego. Un cohete impactó a sólo tres bloques de nuestra casa». Tampoco se lo esperaba Julia, también ucraniana, que ya tenía pensado mudarse a España antes de que comenzara la guerra. «Nunca hubiera pensado que acabaría viniendo por una cosa así», lamenta la joven, quien reclama apoyo para su país por parte de toda la comunidad internacional.
Guerra en Ucrania
El estallido del conflicto ha laminado planes de futuro, pero también de presente. La hija de Vicente, que vive en una ciudad a 10 kilómetros de Kiev, tenía previsto casarse el sábado y toda la familia había acudido a presenciar el momento más feliz de su vida. «No sé qué será de mi esmoquin», trata de relativizar su progenitor. A punto de coger el autobús, Lorena y Sebastián, española y colombiano respectivamente, recuerdan cómo veían los cazas desde la ventana de su casa en plena noche, pero ahora sólo piensan en descansar.
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