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Cinco años de prisión a Rodrigo Lanza por homicidio imprudente por motivos «ideológicos»

La Audiencia de Zaragoza considera que Lanza dio un «golpe seco» mortal en la cabeza a Victorino Laínez, estima que padeció un arrebato y no ve probado que los tirantes con la bandera española motivaran la fatal agresión

Mateo Balín

Madrid

Martes, 26 de noviembre 2019, 09:46

La Audiencia Provincial de Zaragoza ha condenado a cinco años de prisión al ciudadano chileno Rodrigo Andrés Lanza, de 35 años, como responsable de un delito de homicidio imprudente en la muerte de Victorino Laínez, zaragozano de 55, la madrugada del 8 de diciembre de 2017 en un bar de la capital maña.

En su sentencia, el magistrado José Ruiz Ramo se ajusta al veredicto emitido por el tribunal del jurado popular y condena a Lanza por un delito de lesiones dolosas en concurso ideal con otro de homicidio imprudente, con una atenuante de arrebato y una agravante de actuación por motivos ideológicos (odio). En cambio, no ha quedado probado que Laínez llevara unos tirantes con la bandera de España ni que estos fueran el motivo de la fatal agresión.

El juez, que impone al condenado una indemnización de 200.000 euros para los familiares de la víctima y de 5.620 para el Servicio Aragonés de Salud por los gastos generados, acuerda reconocer los casi dos años de prisión provisional cumplidos por Lanza para el cumplimiento de la condena, pero precisa que «continuará» por el momento en prisión preventiva (podría quedar en libertad condicional el próximo junio, cuando haya cumplido la mitad de la pena impuesta).

La sentencia será recurrida en apelación por la Fiscalía y la defensa del fallecido ante el Tribunal Superior de Justicia de Aragón. Ambas partes reclamaron una condena por un delito de asesinato con el agravante de motivación ideológica a 25 años de prisión. Lanza, de hecho, podría salir ya de la cárcel en junio de 2020, tras haber cumplido la mitad de la pena ahora impuesta.

Entre los hechos probados, la sentencia recoge que sobre las tres de la madrugada del 8 de diciembre de 2017 Rodrigo Lanza, acompañado de tres personas, entraron en el bar Tocadiscos, sito en la calle Antonio Agustín de Zaragoza, donde se encontraba Victorino Laínez, y pidieron unas consumiciones. Poco después se sentaron en una zona de barra y un acompañante del condenado le dijo que Laínez era de «extrema derecha o neonazi». Entonces, éste y Lanza intercambiaron unas palabras «que nadie escuchó».

Cuando Lanza volvió con sus amigos les dijo que Laínez le había llamado «sudaca» y que debía volverse a su país por ser extranjero. En dicho intercambio de palabras, el condenado llamó al fallecido «facha y fascista» y que ese era un barrio antifascista -La Magdalena- y que no querían nazis allí. Lanza y sus amigos percibieron que Victorino no paraba de escribir en su móvil, pensando que estaba contactando con otras personas y que podía haber problemas, por lo que optaron por abandonar el bar tras tomar Lanza una tónica con ginebra.

Los cuatro jóvenes se dirigieron a la puerta de salida con intención de marcharse, siendo seguidos por Laínez y no se dijeron palabra alguna. Seguidamente, cuando Víctor ya había avanzado unos metros y estaba a la altura de la mitad de la barra, Lanza, entrando desde la zona que hay entre las dos puertas del bar, «se abalanzó por la espalda de Laínez, dándole un golpe seco por detrás en la cabeza».

Como consecuencia de ello, éste se desplomó, quedando inconsciente, y una vez en el suelo le dio una patada en la cara e inmediatamente se colocó encima siguiendo propinándole puñetazos en la cabeza y múltiples golpes, tras lo cual salió del local y se marchó. Dichos golpes «aumentaron deliberadamente e inhumanamente su dolor innecesariamente, aunque no contribuyeron a su posterior muerte«.

«Cuidado, lleva una navaja»

El fallecido no portaba una navaja u objeto semejante ni forcejeó con el homicida en actitud agresiva o violenta. Sí es cierto que Lanza escuchó que uno de sus amigos gritó, al menos en dos ocasiones, «cuidado Rodrigo; detrás de ti, que lleva una navaja».

Los hechos violentos «sucedieron rápidamente». Laínez quedó tumbado en el suelo y comenzó a sonar su móvil, siendo éste contestado por una de las personas que se encontraban en el bar. Ni la navaja ni el móvil fue encontrado por la Policía en el lugar de los hechos. Los agentes no realizaron una inspección ocular en los cajones o la cocina del local a pesar de haber cuchillos en el mismo.

En definitiva, la causa de la muerte fue un severo traumatismo craneoencefálico con parada cardiorrespiratoria compatible con una contusión de fuerte intensidad en la región temporoparietal derecha.

Laínez medía 185 centímetros y pesaba 120 kilos, mientras que Lanza mide 182 centímetros y pesaba 80 kilos. La lesión, añade la sentencia, «no es compatible con un golpe con un mosquetón o un puño americano». Laínez presentaba diversos antecedentes médicos consistentes en patología cardiovascular, alcoholismo crónico y consumo habitual de cocaína.

Las conclusiones es que Lanza actuó contra Laínez «por motivos ideológicos o políticos y discriminación por supuesta ideología» y que el condenado «sufrió un estado de furor u obcecación de carácter leve».

No ha quedado probado en el juicio, según recoge el magistrado a partir del cuestionario del jurado popular, que nadie le advirtió a Lanza de que Laínez llevaba «unos tirantes con los colores de la bandera española». Y que «en ningún momento» éste le hizo señal alguna a Lanza para que se acercara y que no hubo reproches al fallecido sobre los citados tirantes, que nunca aparecieron.

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