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Lo que para Podemos es «el primer paso» en la articulación del anhelado 'frente amplio', para Yolanda Díaz es algo que «nada tiene que ver» con ese nuevo proyecto político que aspira a liderar. La exclusión de los morados de la coalición Por Andalucía, confirmada ... este lunes por la Junta Electoral de la comunidad y que puede ser recurrida en última instancia hasta el martes a medianoche, no sólo confirma el traspié que supuso registrar la documentación fuera de plazo. La decisión también desbarata el que ha sido el primer ensayo para la reunificación del espacio a la izquierda del PSOE y avanza las dificultades que la vicepresidenta segunda del Gobierno tendrá para constituir su plataforma, la cual trata de desvincular del fiasco andaluz.
Fueron necesarios tres meses de arduas negociaciones para que toda la izquierda excepto Adelante Andalucía sellara un acuerdo que tapone la segregación del voto el 19-J. Pero a los integrantes de la coalición les faltaron catorce minutos más. La Junta Electoral apuntaló este lunes el relato de los hechos, que acredita que la incorporación de Podemos y Alianza Verde a la candidatura no quedó formalizada hasta las 00:14 del pasado sábado, cuando el plazo había vencido a medianoche. Los morados alegaban que su solicitud se envió a las 23:57 del viernes, pero a esa hora se constituyó ante el registro una entente con sólo cuatro miembros: Izquierda Unida, Más País, Equo e Iniciativa del Pueblo Andaluz.
Los representantes de la alianza trataron de arreglar el embrollo con la presentación de un escrito de subsanación, en el que se amparaban en un «error material». Sin embargo, el organismo competente, consciente del precedente que habría sentado un aval de estas características en la jurisprudencia al respecto, rechaza esa tesis al observar como una modificación sustancial la incorporación fuera de plazo de dos partidos a una coalición conformada por otros cuatro. Los afectados pueden recurrir ahora ante la Junta Electoral Central, con sede en el Congreso, pero sus probabilidades de éxito son bastante reducidas.
Las formaciones coaligadas tratan de quitar hierro al error y subrayan que, más allá de las cuestiones administrativas, lo importante es el «acuerdo político» sellado. Pero lo cierto es que el endiablado escenario abre importantes interrogantes sobre la conformación de las listas, las cuotas de cada integrante y, algo nada baladí, el reparto de la financiación que recibirá en caso de obtener representación en el Parlamento regional. Por si fuera poco, ofrece una imagen que preocupa a sus propios promotores. «Estas cosas son las que alejan a la ciudadanía de los partidos políticos», asumió Díaz.
La vicepresidenta segunda, principal baza electoral de lo que en los últimos años viene representando Unidas Podemos, se ha topado en Andalucía con la cruda realidad. Su implicación la pasada semana fue clave para consumar el acuerdo de coalición y para que Podemos, con Pablo Iglesias maniobrando desde la sombra, cediera en su pretensión de imponer a su candidato, Juan Antonio Delgado. Finalmente hubo un consenso en torno a Inmaculada Nieto, dirigente de IU muy próxima a la propia Díaz, con la que se paseó abrazada por la Feria de Abril de Sevilla. Pero ahora el enredo sobre el registro de la candidatura ha abocado a la ministra de Trabajo a marcar distancias para ahorrarse el desgaste.
En ese marco, no fue casualidad que Díaz anunciara justamente este lunes que vuelve a retrasar el «proceso de escucha» con el que busca lanzar su futuro proyecto político. Si hace unas semanas sostenía que era cuestión de «días», ahora puntualiza que en todo caso se producirá después del 19-J. Será a comienzos de verano, y no antes, cuando empiece a «recorrer el país» en busca de ideas. Una estudiada cronología con la que la vicepresidenta segunda trata de desentenderse ya del ensayo andaluz, al que los sondeos no conceden ninguna posibilidad de siquiera igualar los resultados de 2018, cuando logró 17 escaños. La participación de Díaz en la campaña es, de hecho, una de las principales incógnitas. En las elecciones de Castilla y León sólo acudió a un acto en un pueblo de Valladolid de 800 habitantes.
Salvo inesperado giro de los acontecimientos en última instancia, los integrantes de Por Andalucía deberán abordar ahora el encaje de Podemos en una coalición en la que no está legalmente inscrito. Esa circunstancia no impedirá su participación a efectos prácticos en la alianza electoral, pero sí limitará sus derechos. La única alternativa para sortear su exclusión pasa por incluir a los militantes morados como candidatos independientes -un detalle que puede figurar o no en la propia papeleta-, aunque la formación a la que pertenecen no podría obtener acceso a la financiación pública que se reparte en función de los resultados obtenidos en las urnas.
Los gastos de la campaña deberán correr por cuenta de los partidos que sí están inscritos en la coalición, que podrán recuperarlos a través de una subvención. Por los pasados comicios de 2018, Adelante Andalucía, la entente en la que concurrió Podemos, recibió casi 3,4 millones de euros para costear las facturas electorales. El principal escollo, por el contrario, llegará con la financiación que se repartirá a los grupos parlamentarios una vez constituida la Cámara andaluza. Y es que esos fondos, además de facilitar el funcionamiento cotidiano en los despachos de la sede legislativa, también suelen emplearse para la financiación orgánica de los partidos, ya sea para contratación de personal, para el mantenimiento de sus sedes o para la organización de actos.
Renunciar a ese dinero tendría un importante efecto negativo en las cuentas de Podemos, que en los últimos años ha visto reducidos sus ingresos en las comunidades autónomas por su continua pérdida de apoyos electorales. La única forma de acceder nuevamente a esas partidas pasaría por concurrir en solitario a los comicios del 19-J, una vía que este lunes la coportavoz Isa Serra se resistió a descartar pero que enmendaría a la totalidad el acuerdo político al que se llegó 'in extremis' el pasado viernes tras meses de negociaciones. Además, fomentaría una segregación del voto de izquierdas que bien podría engordar la mayoría que los sondeos auguran a la suma de PP y Vox.
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