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Jueves, 3 de junio 2021, 16:24
Mes y medio después de que la Audiencia Nacional confirmara el auto de procesamiento de la familia Pujol, que será juzgada por organización criminal y blanqueo, el expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, el jefe del clan familiar, pide «perdón». Lo hace a través de ... un libro-entrevista ('Entre el dolor y la esperanza' -Grup62-), con el periodista Vicenç Villatoro, donde el expresidente desgrana su testamento personal y político. Pujol se siente «culpable» por haber cometido un «error», producto de la «ligereza y la desidia». Eso sí, niega ser un «corrupto».
Se trata de la misma línea argumental que ha mantenido desde que un 25 de julio de 2014 soltó la bomba, al confesar que había mantenido una fortuna oculta al fisco en Andorra durante décadas. Dice que fue un «error humano», que la «perfección no existe o es muy difícil» y que el dinero que tenía en un banco andorrano era la famosa «deixa» (legado) de su padre, que no lo tocó ni lo gastó nunca y que ese dinero no tenía nada que ver con su actividad política ni soborno alguno. Es su versión. Está por ver qué acaba sentenciando la Audiencia Nacional cuando juzgue a todo el clan familiar. Está preparado para ir a la cárcel, pero no para soportar «la vergüenza pública».
«Había cosas que había que hacer, porque obligaba Hacienda, pero siempre decía, 'mañana lo haré', y ese mañana nunca llegaba», confiesa en el libro, presentado esta semana en Barcelona, sin la presencia del protagonista, nonagenario, que se ha «apartado» de la vida pública. La última vez que se le vio en público fue el 14 de febrero, cuando acudió a votar al colegio electoral. Fue solo, sin la compañía de su mujer, Marta Ferrusola, quien finalmente no ha sido procesada como consecuencia de su estado de salud.
«Por mi parte no ha habido corrupción», señala. E incluso afirma que desde que entró en política, en los años 70, su patrimonio decreció. El perdón no lo pide a quien pudiera castigarle, sino a las personas cercanas a las que debía haber evitado que se encontraran en la situación en la que se hallan en estos momentos. En lo personal reconoce no haber sido un buen padre, no porque no quisiera a sus hijos, sino porque siempre estuvo ocupado con sus responsabilidades públicas.
El libro recoge esa doble vertiente, la personal y la política. Pujol reivindica su legado, su obra, como presidente de Cataluña desde 1980 hasta 2003. Habla de «orgullo» y de «éxito colectivo», aunque admite que Cataluña puede que esté en «peligro». Hoy, admite, está en una situación «crítica», si bien tiene fe en que saldrá adelante. «Tengo más fe en Cataluña que en mí mismo», asevera. Afirma que no es independentista, propone volver al Estatut de 2006 y se desmarca de la vía «radical» de Carles Puigdemont. «Cataluña no tiene suficiente fuerza para obtener la independencia», reconoce. «Tenemos derecho a plantear la reivindicación, pero también hay que estar abiertos a fórmulas no independentistas que aseguren la identidad, la capacidad de construir una sociedad justa y de facilitar la convivencia», remata. Y en parte se siente responsable de que algunos de los presos del 'procés' estén en la cárcel porque cuando eran jóvenes les aleccionaba que todo compromiso comporta riesgos.
Jordi Pujol sale en defensa del Rey emérito. Se declara no monárquico pero admite que la Corona tuvo un papel destacado para superar la dictadura. «En su momento, jugó un papel importante», afirma sobre Juan Carlos I.
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