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La decisión de Quim Torra de anunciar unas próximas elecciones en Cataluña sin aclarar aún cuál será su fecha sumió este jueves al Gobierno en un mar de dudas sobre cómo gestionar ahora lo que hace apenas dos meses accedió a calificar de «conflicto político». ... En apenas ocho horas, la Moncloa pasó de dejar en el aire el encuentro con el presidente de la Generalitat, confirmado el día anterior para el 6 de febrero, a ratificarlo y de posponer hasta después de los comicios la constitución de la mesa entre ejecutivos pactada con Esquerra en la investidura, a decir que se celebrará antes para que nadie -fundamentalmente los repúblicanos, que ya habían hecho público su malestar- ponga en duda su voluntad de diálogo.
La vicepresidenta Carmen Calvo fue la primera en dejar claro que el movimiento del presidente de la Generalitat había revuelto los ánimos del Ejecutivo más de lo que inicialmente se había querido hacer ver. En un acto de conmemoración de las víctima de Mauthaussen y el nazismo, convocado a las 11:00 horas en los jardines de Nuevos Ministerios, la número dos del Gobierno puso en cuestión que la cita con Torra fuera a tener finalmente lugar y dejó caer su malestar por el hecho de que, apenas unas horas antes, éste hubiera advertido de que su intención era garantizarse que en la mesa de diálogo entre Gobiernos se iba a ofrecer un camino para la autodeterminación de Cataluña y para la amnistía de los condenados por el 'procés'; nada muy distinto de lo que hasta ahora ha planteado también Esquerra. «Esa reunión, de producirse -matizó- se produce para hablar en el marco de la seguridad jurídica del Estado de derecho de la situación que se ha vivido en estos últimos años y de los problemas de Cataluña».
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Apenas hora y media después, a las 12:35 horas, la Secretaría de Estado de Comunicación emitió una nota de cinco puntos en la que, por un lado, confirmó que sí habrá reunión con Torra -aunque enmarcada ya en la «necesaria relación entre administraciones para resolver los problemas urgentes de la sociedad catalana», como las consecuencias de la borrasca 'Gloria'- pero por otro suspendió hasta después de los comicios catalanes la constitución de la mesa entre gobiernos. «El Gobierno espera poder iniciar dicho diálogo en cuanto haya hablado el pueblo catalán y se constituya un nuevo Parlament, así como el nuevo Govern», anunció. «Cuanto antes se celebren las elecciones y haya nuevo Govern -añadía el texto en un apunte clave-, antes iniciaremos el diálogo».
Esa última coletilla es sustancial. Los socialistas quieren que el panorama catalán se clarifique cuanto antes porque son conscientes de que en un clima de campaña electoral Esquerra tendrá difícil dar su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado, el proyecto del que pende la gobernabilidad. Condicionar la negociación sobre el futuro de Cataluña a la fecha de los comicios pretendía ser un elemento de presión. El problema es que no son Torra ni JxCAT quienes pactaron la mesa entre Gobiernos. Y a la formación de Carles Puigdemont, que es quien tiene en su mano decidir cuándo se ponen las urnas, que el Gobierno no cumpla con la promesa realizada a sus socios y sobre todo rivales no le hace ningún daño. Al revés, refuerza sus tesis de que los de Oriol Junqueras cedieron por nada ante un Estado que nunca cumple.
Lo anterior explica, en buena medida, el enfado monumental de Esquerra tras el anuncio del Ejecutivo. «Un incumplimiento flagrante», dijeron los republicanos. «No tenemos tiempo que perder. Quedan muchos meses para las elecciones y no tiene ningún sentido esperar a la constitución de un nuevo Gobierno porque la vía política hay que abrirla ya, es urgente y es imprescindible», alegaron en un comunicado. A través de un tuit, el presidente del grupo parlamentario de ERC, Sergi Sabrià, reclamó además que se aproveche la cita entre los presidentes para poner fecha a la mesa.
La queja -que, según fuentes del partido, acabó trasladando personalmente a Sánchez el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, durante un encuentro en La Moncloa- surtió efecto y a las 18:57 horas, la Moncloa emitió un nuevo comunicado para rectificar el anterior. Tras remarcar que sigue considerando que no se dan «las mejores circunstancias» para iniciar el diálogo entre gobiernos, el Ejecutivo de Sánchez se mostró dispuesto a convocar la mesa bilateral para que no se pongan en duda ni su «voluntad de dialogar» ni su «compromiso de cumplir lo pactado».
En el PSOE admiten su desconcierto ante la falta de una estrategia definida, pero no es el partido el que decide sino Sánchez y su equipo.
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