«Ceuta y Melilla son españolas. No hay tema». El Gobierno respondió sin las habituales ataduras diplomáticas a las palabras del primer ministro marroquí, Saadedin Otmani, que señaló que ambas ciudades «son territorios marroquíes, como el Sáhara». Un comentario que motivó que el Ministerio de ... Exteriores citara el lunes por la noche a la embajadora de Rabat en Madrid para pedir explicaciones.
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La vicepresidenta Carmen Calvo señaló este martes tras la reunión del Consejo de Ministros que el Gobierno marroquí «conoce muy bien» la posición de España y no hay ningún contencioso sobre la soberanía de las dos ciudades norteafricanas. «Esto no lo discute el Gobierno de España ni lo discutimos en este país», zanjó.
Momento delicado. Las palabras del primer ministro marroquí llegan tras el apoyo de Trump a Rabat sobre el Sáhara
La polémica se ha reabierto tras unas declaraciones de Otmani el pasado fin de semana al canal de televisión egipcio 'Acharq', donde afirmó que Ceuta y Melilla «es una cuestión que debe abrirse (...), lleva en suspenso cinco o seis siglos, pero algún día podría abrirse». Puntualizó que no es una prioridad para el Gobierno marroquí, para el que lo primero es resolver el conflicto sobre el Sáhara Occidental que enfrenta a Rabat con el Frente Polisario. Un asunto en el que Marruecos acaba de recibir un espaldarazo con el reconocimiento por parte de Estados Unidos de la soberanía marroquí sobre la excolonia española.
El Ministerio de Asuntos Exteriores citó de urgencia el lunes a la embajadora marroquí, Karima Benyaich, para pedir explicaciones, fórmula diplomática que equivale a una queja moderada. Fue recibida por la secretaria de Estado Cristina Gallach, y la ministra Arancha González Laya señaló este martes que, tras escuchar a la embajadora, «no ha cambiado en nada» la postura de Rabat sobre Ceuta y Melilla y el respeto a la soberanía de España sobre ambas plazas, propiedades del Reino de Castilla desde los siglos XVI y XVII.
La reivindicación sobre las dos ciudades norteafricanas es uno de los pilares políticos de las fuerzas marroquíes más nacionalistas, y cada cierto tiempo aflora. Pero no forma parte de la agenda política entre los Gobiernos de Madrid y Rabat, aunque Marruecos considera que son dos ciudades ocupadas. El silencio del reino de Mohamed VI sobre Ceuta y Melilla corre parejo con el bajo perfil que mantiene España con el Sáhara occidental. Un conflicto enquistado desde los años setenta, cuando la dictadura franquista abandonó la excolonia sin organizar el referéndum de autodeterminación aprobado por la ONU. Desde entonces, los saharauis viven en un limbo legal internacional, mientras Rabat incrementa la presión para hacerse con el territorio.
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Tras las palabras de su primer ministro y de la petición de explicaciones a su embajadora en Madrid, el Gobierno de Marruecos guarda silencio. Pero lo cierto es que el incidente ha llegado en un delicado momento de las relaciones bilaterales.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha encajado con preocupación el reciente aval del presidente norteamericano Donald Trump, a la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara occidental. Un respaldo que fortalece la postura de Rabat, y complica el equilibrio de la diplomacia española.
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Llega, además, tras aplazarse la reunión de alto nivel entre España y Marruecos, prevista para el pasado 17 de diciembre y pospuesta hasta febrero. El motivo oficial esgrimido en un comunicado conjunto fue la restricción de movimientos en el país magrebí por la pandemia. Pero en el trasfondo estaban las manifestaciones del vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, favorables a la celebración del referéndum de autodeterminación en el Sáhara en cumplimiento de la resolución de Naciones Unidas.
El Gobierno negó que hubiera causado malestar entre los gobernantes marroquíes, pero el también líder de Unidas Podemos fue excluido de la delegación oficial que iba a participar en la frustrada cumbre bilateral.
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Tampoco juega a favor del buen clima la crisis migratoria en Canarias, en buena parte procedentes de Marruecos, y las dificultades para organizar vuelos de repatriación por las trabas de Rabat.
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