El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante el debate previo a la segunda votación de su investidura fallida. E. P.

Feijóo se recompone tras la decepción del 23-J y va a por el elector 'antisanchista' de PNV y Junts

Se prepara para esperar y ver el desgaste del líder socialista bajo «el foco», mientras pasa de pantalla con los nacionalistas tras su fallida investidura

Domingo, 1 de octubre 2023, 00:43

La política son resultados, gestión de las expectativas y digestión de los estados de ánimo, sobre todo si vienen mal dadas. Tras colisionar dolorosamente el 23-J con una pírrica victoria, insuficiente para alcanzar la Moncloa hacia la que parecía disparado tras la ola azul ... del 28-M, Alberto Núñez Feijóo tiene ya ante sí los números, aterrizados en su fallida sesión de investidura, que cristalizan su falta de apoyos para ser quien dirija el país. La realidad -y, con ella, la frustración- es tozuda.

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Pero al presidente del PP y a los suyos, esta semana de rifirrafe dialéctico en el Congreso no solo les ha servido de lenitivo frente al desaliento. El discurso «moral» de Feijóo contra las posibles cesiones de Pedro Sánchez al independentismo -amnistía y referéndum- ha galvanizado a un partido que ahora espera a que el líder del PSOE se desgaste bajo «el foco» y al que exigirá explicaciones «en tiempo real» sobre lo que negocia, singularmente con Junts.

«Me he divertido», se congratuló este sábado Feijóo en un foro muy querido para él -el gallego de La Toja- y ante un auditorio de traje y corbata, con invitados socialistas de perfil institucional como el presidente castellanomanchego, Emiliano García-Page, o Ramón Jáuregui -uno de los históricos críticos con el eventual borrado del 'procés'-; un escenario para reaparecer tras el 'día después' de su derrota en el Congreso que contrastó con el elegido por Sánchez, un mitin de cierre de filas en Sevilla tras haber permanecido silente en la investidura de su rival.

Crecidos por el ejercicio de «parlamentarismo de altura» de su líder, los populares descartan -lo hizo Feijóo en el hemiciclo el viernes y lo reiteró Borja Sémper- regalar a su oponente una abstención para que no se vea maniatado por los secesionistas. Antes al contrario, se rearman para un combate que puede ser el de una nueva legislatura frente a Sánchez o el de otras generales, con el añadido de las vascas en el primer semestre de 2024 y un hipotético adelanto de las catalanas dada la debilidad del Govern en solitario de ERC.

El talón de Aquiles

Cuando llegó a la planta noble de Génova hace año y medio, Feijóo era plenamente consciente de que su partido tiene un talón de Aquiles electoral en Euskadi y Cataluña, dos territorios donde el líder del PP se ha fijado el desafío de recuperar posiciones con un discurso autonomista contrapuesto al «chantaje» del independentismo y con la ambición de pescar en los caladeros lindantes con el suyo. El ciclo electoral trazado por el 28-M y por el 23-J ha permitido a los populares recomponer la figura en dos comunidades que nutren el 'sanchismo' y sortear el riesgo letal de la irrelevancia: suyo ha sido el voto decisivo para decantar los gobiernos de los ayuntamientos de Barcelona y Vitoria y el de la Diputación de Guipúzcoa.

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Pero Cataluña y el País Vasco siguen constituyendo dos lunares en un mapa autonómico casi hegemónico para el PP, que dispondrá ahí de un poderoso dique, junto al Senado, frente a Sánchez si éste finalmente conquista su investidura. Los prolegómenos de la de Feijóo y su desenlace han evidenciado que el dirigente gallego, que se ha preciado en su estreno en el Congreso de ser el presidenciable «más sensible» al hecho autonómico, ha intentado con denuedo granjearse el aval del PNV y sondeado incluso a Junts, aun a costa de que estos últimos contactos hayan erizado los ánimos del ala más antinacionalista de los populares.

Pero el pleno de investidura ha marcado un punto de inflexión, un pase de pantalla. «Feijóo se ha hecho respetar» frente al 'no' del soberanismo que no es de izquierdas, sostienen en Génova. «Se acabó la fiesta», remata un miembro del núcleo duro en referencia concreta al PNV, con el que el PP arrastra un profundo malestar por lo obvio -no poder contar con su voto por lo que representa Vox, la «ballena en la piscina»-; pero en especial por la displicencia con la que, a su juicio, se han conducido los peneuvistas desmereciendo el respaldo gratis para que retuvieran la Diputación guipuzcoana y la posibilidad de que necesiten ampliar su paleta de pactos -limitada hoy a los socialistas- si EH Bildu sigue comiéndoles espacio en las urnas.

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«Se acabó la fiesta»

La «sorna gallega» que Feijóo desplegó en la tribuna del Congreso contra todo aquel que subió a objetarle sorprendió en el caso del PNV, más acostumbrado a ver cómo le doran la píldora a su portavoz, Aitor Esteban, que a que le zahieran. «Nos separa un abismo profundo», concluyó el viernes Esteban ante un Feijóo dispuesto a «lanzarse» a por el electorado de los de Andoni Ortuzar -«buena parte de su base social es la nuestra», llegó a sostener en el pleno- y ahora también a por el de los sectores que nominalmente puedan seguir en Junts pero que emparentan con la extinta CiU distante del secesionismo y pragmática en sus relaciones con Madrid.

Génova ve terreno potencialmente fértil para recobrar peso en ambas comunidades aglutinando voto moderado y 'antisanchista'. Ese voto, en lo que se refiere al PNV, de quienes se revuelven incómodos, sí, ante Vox, pero también con tener que compartir alianzas en Madrid, sin protagonismo distintivo, con la izquierda abertzale de Arnaldo Otegi que sí rentabiliza los pactos con Sánchez. «Nosotros también competimos en las elecciones» en Euskadi y Cataluña, resumen en la dirección popular.

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