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Los recelos de Alberto Núñez Feijóo coinciden con los de buena parte de las estructuras del PP. Pese a los beneficios teóricos de la suma con Ciudadanos, la operación conlleva riesgos, como la posibilidad de dar oxígeno gratuito a los liberales y salir, además, perjudicado, ... algo que en Galicia se examinan con lupa. Así se entiende que el presidente gallego no solo descartara en su día la coalición, sino que ahora muestre reticencias sobre la forma en la que dirigentes de este partido podrían integrarse en sus listas. Una opción es garantizar que los 38 escaños de la mayoría absoluta sigan en manos de los populares.
No hay en el PP quien no haya deducido que la unión es la máxima prioridad de Pablo Casado. El relevo de Alfonso Alonso en el País Vasco, aun teniendo la desconfianza mutua orígenes más profundos, lo ha puesto de manifiesto. Tampoco lo oculta el presidente de la formación conservadora que, convencido de que la fragmentación del centro derecha volvería a penalizarlo en las urnas, se ha fijado como meta la alianza con Ciudadanos en las próximas generales. Y en ese camino considera tanto el País Vasco como Galicia -así lo expresó ayer- un «paso fundamental».
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Núñez Feijóo es consciente de ello y ayer, en un desayuno en Madrid en presencia de Casado, con quien se reunió durante media hora, se comprometió a «intentar que fructifiquen» acuerdos «sólidos, leales y sinceros» con Ciudadanos. «En los próximos meses», dijo, aunque el 1 de marzo cuando acaba el plazo para registrar las listas y el PP debe tomar antes la decisión de integrar o no a los liberales y en qué condiciones.
El presidente de la Xunta de Galicia no quiere una alianza que sea reversible tras el 5 de abril. El martes dejó claro que si «la propuesta de Ciudadanos es utilizar el vehículo del PP para conseguir diputados» y que se desvinculen del grupo parlamentario popular después de los comicios, la inclusión en las listas no será posible. Inés Arrimadas había abogado en RNE por una fórmula que garantice la «autonomía» de su formación.
En todo caso, en el PP no ven sencillo idear un pacto que asegure el compromiso total de Ciudadanos durante la legislatura en el Parlamento autonómico. Y, dado que las encuestas señalan que la mayoría absoluta, la forma de conservar la Xunta de Galicia, está en el aire o podría ser muy ajustada, conceder puestos de salida a los liberales sería casi como garantizar que su voto sea siempre determinante en la Cámara.
Algunas fuentes del PP nacional no creen que quede otro remedio si se pretende sellar un acuerdo. Pero otros cargos advierten sobre la opción de apuntalar en las listas que los 38 diputados de la mayoría absoluta del Parlamento gallego sean populares y, a partir de ahí, abrir espacios a Ciudadanos. Ni tan siquiera sería necesario ajustar al máximo las candidaturas, cuando siempre cabe promover renuncias al escaño tras los comicios y que las listas corran.
El propio Núñez Feijóo enmarcó ayer las conversaciones en un «contexto de proporcionalidad»: el PP tiene ahora 41 escaños; Ciudadanos, cero. En todo caso, si la suma no sale adelante, el presidente gallego exprime ya su perfil más transversal para aglutinar al electorado de centro derecha e incluso a otras sensibilidades.
Este martes se desmarcó de la política de «bloques» y del «lío político nacional», reivindicó la «moderación» y, con Casado en primera fila, dejó caer: «No se concibe un futuro en el que el PP no sea partícipe en las grandes tareas de Estado».
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