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Efectivos de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional han detenido de nuevo este lunes en Melilla a Mustafá Maya Amaya, el considerado como el más importante captador de yihadistas de Europa. Este ciudadano español, de etnia gitana y convertido posteriormente al islam, ... ya fue capturado en 2014 y condenado en 2018 por la Audiencia Nacional a 8 años de cárcel, que acabó de cumplir hace un año.
La captura de este histórico reclutador salafista de 60 años, nacido en Bélgica de padres españoles, se produce en plena alerta antiterrorista después de que el pasado 17 de octubre el Ministerio del Interior ordenara de forma particular reforzar la protección de legaciones diplomáticas y eventos religiosos ante el aumento de la tensión bélica en Oriente Próximo. Además, se da la circunstancia de que Melilla, donde residen 1.200 judíos, es el único punto de la geografía nacional en el que se han producido incidentes antisemitas en los últimos días, cuando un puñado de exaltados provocó altercados la noche del 18 de octubre ante la sinagoga de la ciudad y quemó banderas de Israel.
En 2018 Maya fue condenado por pertenencia a organización terrorista en calidad de promotor y director de una red dedicada desde 2012 a la captación y envío de combatientes desde Malí, Siria o Libia para su integración en organizaciones terroristas como Al Qaeda o Daesh. El fallo consideró probado entonces que Maya encabezaba «una de las mayores redes de captación y envío de radicales para su incorporación a organizaciones terroristas de corte yihadista, insertadas en el movimiento e ideario de la 'yihad global'».
Según la investigación de los servicios antiterroristas, tras su paso por prisión, el cabecilla yihadista, lejos de reformarse había vuelto a dedicarse en los últimos meses al reclutamiento de yihadistas tal y como hizo durante la década pasada.
A través de la plataforma «Sharia4Spain», que llegó a tener hasta 400 seguidores, Maya Amaya, desde su silla de ruedas y con la única ayuda de internet, fue uno de los más importantes reclutadores en Europa de Estado Islámico, y para organizaciones terroristas anteriores vinculadas a Al Qaida. Los reclutas que Maya captó a través de «Sharia4Spain» y otras plataformas similares se convirtieron en activistas de a pie, dirigentes, cerebros de atentados, participantes en ejecuciones públicas en zonas en conflicto o en masacres de población civil, así como secuestros de periodistas o personal extranjero dedicado a la ayuda humanitaria
De hecho «Sharia4Spain» estaba también en la génesis del mayor grupo de reclutamiento de yihadistas desmantelado nunca en España, el desarticulado, también en Melilla, el 30 de mayo de 2014 en la denominada operación «Javer». Los seis componentes de aquella célula, que llegó a enviar a 26 terroristas residentes en España a zonas de conflicto, Siria e Irak, principalmente, fueron los últimos administradores conocidos de «Sharia4Spain».
El operativo de este lunes se produce solo días después de que también los servicios antiterroristas de la Policía Nacional desmantelaran la pasada semana una red enaltecimiento y adoctrinamiento terrorista con la detención de personas en Cubells (Barcelona), otra más en el pueblo granadino de Huétor Tajar y una cuarta, que quedó en libertad tras pasar por la Audiencia Nacional, en Madrid.
Interior acusó a todos ellos «delitos de autoadoctrinamiento con propósito terrorista, adoctrinamiento a terceros y enaltecimiento del terrorismo». Los investigadores habían constatado como estas personas, enlazadas a través de grupos cerrados de redes sociales, habían sufrido un proceso de radicalización.
Según informó el pasado viernes el departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska, la investigación se inició en el año 2022, cuando los servicios antiterroristas detectaron al denominado 'Califa', un radical que era el creador y administrador de varios grupos en los que trataba de adoctrinar a jóvenes en el credo yihadista.
El 'Califa' dinamizaba a sus seguidores y creaba grupos privados a los que invitaba a los radicales con los que entablaba mayor confianza y en los que hablaban abiertamente de la causa terrorista.
El seguimiento de estos grupos permitió la identificación de otros miembros del mismo, todos ellos jóvenes, los cuales estaban interconectados entre sí, aunque no se conocían físicamente. Dos de ellos, estrecharon sus lazos y acabaron contrayendo matrimonio, contando para ello con la autorización del líder del grupo y comenzando a convivir en el mismo domicilio.
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