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Pedro Sánchez y Susana Díaz, en un mitin en Sevilla. EP
La desesperada conversión de Susana Díaz

La desesperada conversión de Susana Díaz

La líder del PSOE andaluz trata de recomponer su proyecto político y entona el 'mea culpa' ante Pedro Sánchez

cecilia cuerdo

Sevilla

Sábado, 1 de febrero 2020, 22:01

El PSOE andaluz ha vivido el último año una situación inédita. Ya no ocupa los despachos de la sede de la Junta de Andalucía y se sienta en la bancada de la oposición, un trago difícil de digerir tras 37 años ... ininterrumpidos en el poder. Además, la principal federación socialista y granero de votos del partido se resquebraja por todos lados, un deterior que vaticina una dura pugna por un liderazgo que deberá afrontar una profunda renovación del proyecto de partido. En ese escenario se juega su supervivencia política Susana Díaz, todavía secretaria general y que, pese a saber que no cuenta con ningún apoyo de la dirección federal que encabeza Pedro Sánchez, se ha convertido en su más firme defensora en un intento a la desesperada de seguir en el cargo.

Sánchez tiene claro que Díaz no encabezará el renacer socialista en Andalucía, misión para la que apuesta por su ministra de Hacienda y exconsejera andaluza, María Jesús Montero, pero de momento ha optado por dejar a un lado cualquier cuestión orgánica, secundaria ante las labores de Gobierno, la relación con los independentistas catalanes y la aprobación de los Presupuestos. Así, la decisión aplazar hasta 2021 el congreso federal que afiance su liderazgo ha supuesto un inesperado balón de oxígeno a Díaz. Los congresos regionales no se celebran hasta después del federal, y ningún posible candidato alternativo está dispuesto a quemarse antes de tiempo en este largo año y medio. La líder socialista, que ha repetido hasta la saciedad que tiene intención y ganas de continuar, tiene así espacio para tratar de amarrar apoyos de cara a unas primarias en las que, como ya recordó, la decisión final estará en manos de los 45.000 militantes diga lo que diga Ferraz.

Es en ese contexto en el que se enmarca la auto enmienda a su decisión más importante de los últimos tiempos, la investidura de Mariano Rajoy en 2016 y que marcó el clímax de su enfrentamiento con Sánchez. «Me equivoqué, y Pedro acertó», afirmó ante un ojiplático Parlamento regional. «Me equivoqué cuando defendí que este país tenía que tener un Gobierno, aunque fuera muy de derechas, y acertó Pedro Sánchez» al votar en contra para impedirlo.

Unas palabras con las que, por un lado, trataba de limar asperezas con todos aquellos que rechazaron su enfrentamiento con Sánchez, que desembocó en el fratricida comité federal del 1 de octubre de 2016 y la dimisión del entonces líder del PSOE antes de resurgir de sus cenizas y vencer en las primarias. Y por otro, desarbolar la estrategia de PP y Ciudadanos en la cámara autonómica, centrada en poner de relieve su silencio ante el acuerdo de coalición con Unidas Podemos o los pactos con los soberanistas catalanes, de los que siempre renegó Díaz.

En estos últimos meses, y tras asumir el shock que produjo la pérdida de la Junta, la líder socialista ha reorganizado, no sin contestación interna, la dirección del PSOE andaluz y el grupo parlamentario para que el peso de la labor de oposición recaiga sobre su entorno de confianza, mientras ella se ha dedicado a recorrer pueblos para ganarse a la militancia y recabar aliados de cara a esas futuras primarias.

Primeras bajas

Pero su fuerza ya no es la de antaño y, de hecho, han empezado a saltar las costuras incluso en su agrupación, Sevilla, controlada hasta ahora por una de sus más firmes apoyos, Verónica Pérez. Varios militantes se han marchado de la dirección provincial, que ha tratado minimizar lo ocurrido alegando que eran cargos que quedaron descolgados y sin sueldo. Pero lo llamativo es que, además, han presentado un proyecto de regeneración del PSOE andaluz con el que buscan apoyos entre las diferentes corrientes críticas que no ven a Díaz como la persona idónea para rearmar ese proyecto que recupere la Presidencia andaluza.

Esas bajas coinciden además en el tiempo con la aparición de los primeros candidatos a enfrentarse y suceder a Díaz, aunque todavía de forma muy tenue. El primero en dar el paso fue el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, que en un acto en Madrid ante la plana mayor del sanchismo andaluz se dejó querer y se mostró a disposición de los militantes para ofrecer al PSOE regional un «proyecto ganador». «Un candidato muy sólido», deslizaron desde el sanchismo.

También se deja querer la ministra Montero, que esta misma semana fue quien dio la cara por Gobierno central ante los cientos de damnificados por la tormenta Gloria en Málaga. El problema, apuntan fuentes socialistas, es que la ministra no está dispuesta a embarcarse en una guerra de primarias, y sus aspiraciones pasan más por liderar la Junta que el partido. Un nuevo quebradero de cabeza para un PSOE andaluz en el que las bicefalias nunca han funcionado bien.

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