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PP, Vox y Ciudadanos han marcado en rojo en el calendario el próximo 14 de febrero. Si la pademia no lo impide, Cataluña será el tablero en que se jugará la primera partida de una nueva etapa política en la que la derecha aparece más ... fragmentada que nunca. Populares y liberales presentarán finalmente candidaturas separadas mientras que la formación de Santiago Abascal amenaza con irrumpir con fuerza en el Parlamento catalán. Los últimos sondeos vaticinan una buena representación para Vox, con entre cuatro y cinco escaños, lo que ha disparado el entusiasmo en el partido, que aplica la teoría de que las encuestas siempre les dan menos representación de lo que después las urnas les otorgan.
Tanto Pablo Casado como Inés Arrimadas se juegan mucho en estas elecciones. Será el primer examen del líder conservador tras su giro al centro y la ruptura con Vox, escenificada el pasado noviembre durante la moción de censura contra Pedro Sánchez. Los populares confían además en poner en apuros a Ciudadanos, que retrocede en escaños sondeo tras sondeo, y hacerse con los votantes que dieron la victoria a la líder naranja hace tres años. Aunque el botín procedente del desastre que se vaticina para el partido de Arrimadas también se lo disputan los socialistas que les cedieron muchos votos. El CEO de noviembre da al PP ocho diputados, el doble de los que obtuvo en diciembre de 2017. A la formación liberal le otorga en cambio entre 14 y 16 parlamentarios, muy lejos de los 36 actuales.
Por ello Casado se toma la cita electoral como un plebiscito a su estrategia y viaja todas las semanas a Cataluña, aunque, según se vayan acercando los comicios, se incrementará su presencia. La suya y la de algunos barones del PP en apoyo de Alejandro Fernández, un líder en ascenso que para cubrir todos los sectores de su electorado cuenta también con la exportavoz en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo. Todo para neutralizar el temido ascenso de Vox.
Los conservadores centrarán su campaña en las críticas a los socios radicales del Gobierno y la reivindicación de su capacidad de gestión ante las crisis evitando entrar en los debates en los que los de Abascal tiene el discurso más armado y sin complejos. Así, esquivarán el debate sobre las cartas de los militares retirados amenazando al Gobierno o sobre la inmigración. Tampoco entrarán en los posibles indultos a los presos del 'procés', auque en el PP asumen que no podrán esquivar todos los temas y que todo dependerá de los acontecimientos.
Arrimadas echará el resto en Cataluña para salvar los muebles, ganar tiempo y desmentir a quienes pronostican para sus siglas la extinción después de las próximas elecciones generales. De puertas hacia fuera, los naranjas aseguran que el PP está muy lejos de darles alcance, pero la preocupación es patente. El aparato incluso laminó a Lorena Roldán, candidata elegida por primarias, para colocar a Carlos Carrizosa. La exsenadora se cobró su vendetta hace unos días al abandonar el partido entre duras críticas a la dirección para fichar por el partido de Casado.
Los liberales se concentrarán durante la campaña en apelar al voto útil del constitucionalismo bajo la premisa de que «cada voto al PSC irá destinado en realidad a Esquerra» y en defender su estrategia de negociación frente a la inacción de Vox y la política de «lavarse la manos» del PP. Aunque son conscientes de que la formación de Abascal irrumpirá en el Parlament, descartan una incursión fuerte en la política catalana. En la cúpula naranja defienden que quien más sufrirá si Vox obtiene representación autonómica serán los populares.
Para Vox sería un éxito entrar en la Cámara autonómica. «Este es el objetivo. Y conseguir un grupo parlamentario será un éxito extraordinario», reconoció el portavoz del comité de Acción Política, Jorge Buxadé. Aunque de puertas hacia fuera la consigna es no hablar del sorpasso al PP para no elevar mucho el listón de las expectativas, en privado los de Santiago Abascal aspiran a dar el campanazo y superar en voto a los conservadores.
Para ello, el partido ultra tiene la intención de hacer una campaña con críticas a PP y Ciudadanos por su gestión de Cataluña y con un discurso duro frente al independentismo y la izquierda. «Lo nuestro es dar la batalla de las ideas, defender las cosas en que creemos, dar esperanza a millones de catalanes que hoy no la tienen porque unos han huido, otros han ignorado el problema, y otros -insisten en la dirección- se han unido a los golpistas».
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