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Melchor Sáiz-Pardo y CRISTIAN REINO
Barcelona
Domingo, 27 de octubre 2019
El constitucionalismo volvió a las calles de Barcelona dos años después. Pero no lo hizo con la fuerza que quería. Los defensores de la unidad de España evidenciaron, como lo hicieron el sábado los independentistas, muestras de cansancio, al menos en su capacidad de ... convocatoria popular. Societat Civil Catalana (SCC), el colectivo que encarna la oposición al secesionismo, solo consiguió movilizar a 80.000 personas, según la Guardia Urbana (400.000 según los organizadores) en la que debía ser la gran marcha para decir «¡basta!» al procés y evidenciar el hartazgo por la deriva independentista tras la sentencia del Supremo.
Las cifras de este domingo quedaron muy lejos de las históricas manifestaciones de los constitucionalistas en el otoño 2017, cuando, siempre liderados por SCC, los unionistas salieron por primera vez a la calle para exhibir músculo en los momentos más convulsos del procés. El 8 de octubre de 2017, el corazón de la ciudad condal acogió la primera manifestación contra de la independencia de Cataluña en la que participaron 350.000 personas según la Guardia Urbana y un millón según SCC. Dos días después de la declaración unilateral de independencia (DUI) del 27 de octubre de 2017, Barcelona volvió a ser el escenario de una manifestación que reunió a unas 300.000 personas según la Guardia Urbana y 1,3 millones según cálculos de los organizadores.
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Melchor Sáiz-Pardo
En los últimos meses, SCC había dicho que no pretendía volver a convocar grandes manifestaciones y que apostaba por rebajar la tensión en Catalunya para favorecer la convivencia, pero había avisado en varias ocasiones que sí que llamaría a movilizarse si el independentismo volvía a «la vía de la confrontación, el desbordamiento y la insurrección», dijo el presidente de la entidad, Fernando Sánchez Costa, en un acto hace dos semanas.
Según ellos, tras la sentencia del Tribunal Supremo, con los altercados en las protestas contra el fallo y la reiteración del presidente de la Generalitat, Quim Torra, y de los partidos independentistas de su intención de volver a ejercer la autodeterminación, la situación actual es parecida a la de otoño de 2017, por lo que ven necesario salir a la calle.
«Es evidente que han ocurrido cosas muy graves que hacía falta una respuesta en la calle», afirmó el vicepresidente de SCC, Àlex Ramos, en rueda de prensa el martes, estableciendo un paralelismo entre octubre de 2017 y octubre de 2019.
Societat Civil Catalana, este domingo, precisamente el día en que se cumplía el segundo aniversario de aquella DUI no pudo reeditar el espíritu de movilización multitudinaria de aquellos días, quizás porque el españolismo catalán no ve ahora como un riego real la segregación del territorio nacional.
La manifestación de SCC, además, tuvo lugar solo 19 horas después de que el independentismo sacara a la calle, siempre según los cálculos del Ayuntamiento, a 350.000 personas, más de cuatro veces de los congregados hoy por los unionistas. Las comparaciones iban a ser inevitables pasara lo que pasara.
Pero más allá de la guerra de cifras, la tercera gran manifestación españolistas en Barcelona desde el inicio del procés trascurrió en absoluta tranquilidad y bajo el lema 'Por la concordia, por Cataluña: ¡Basta!». Los miles de congregados llenaron la calzada, que nos las aceras, del céntrico Paseo de Gracia, escenario en los últimos días de algunos de más graves altercados que han asolado la ciudad de Barcelona.
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Las banderas españolas se mezclaron con las enseñas europeas y, sobre todo, con centenares de senyeras, la bandera oficial catalana que el independentismo parece haber orillado definitivamente en favor de la estelada. Los clásicos cánticos de «yo soy español, español…» o «Puigdemont a prisión» se mezclaron con nuevos 'himnos' como el de los «extintores serán siempre nuestros» en contraposición al grito de guerra de los secesionistas de que «las calles serán siempre nuestras».
Durante dos horas y media, los constitucionalistas se dejaron oír y se sacudieron los complejos en el corazón de Barcelona, en el Paseo de Gracia con Gran Vía, muy cerca de donde horas antes las barricadas de fuego de los independentistas ardían poniendo punto final a la jornada secesionista del sábado.
Societat Civil Catalana había puesto el acento desde el principio en que ésta iba a ser una manifestación sin siglas políticas, a pesar de haber invitado a participar a los representantes de todos los partidos unionistas, con excepción de Vox. De hecho había reservado la cabecera de la manifestación y los parlamentos a personas desconocidas. Pero al final, el desembarco masivo de políticos de partidos constitucionalistas lo copó todo, hasta el punto de líderes del PP y Ciudadanos se dejaron ver en las primeras filas. Entre los asistentes destacaron el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell y el de Fomento, José Luis Ábalos; el líder del PP, Pablo Casado; o el de Ciudadanos, Albert Rivera. Además, los populares estuvieron representados por la portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, y el presidente del PP catalán, Alejandro Fernández; Ciudadanos por la portavoz en el Congreso, Inés Arrimadas, y la líder en Cataluña, Lorena Roldán; y el PSC por su primer secretario, Miquel Iceta. También asistió el exprimer ministro francés y concejal en Barcelona Manuel Valls.
El punto central del acto fue la lectura –en castellano, catalán, inglés y francés- de un manifiesto denominado «Por el fin de la política de exclusión» en el que SCC exigió «el final del experimento social que ha sido el procés y el final de la forma de hacer política que lo ha engendrado».
El presidente de SCC, Fernando Sánchez Costa, puso punto final al acto coreando una de las consignas que hizo fortuna durante la marcha, «Barcelona no se quema», agradeciendo el trabajo de la policía catalana al grito de «todos somos los Mossos» y pidiendo a la Policía y la Guardia Civil que no se marchen «nunca» de Cataluña. «No nos dejéis solos», reclamó a las fuerzas de seguridad del Estado.
Al mismo tiempo que Sánchez Costa expresaba con palabras su agradecimiento a los funcionarios del Ministerio del Interior, varias cientos de manifestantes habían abandonado la marcha para dirigirse a la cercana vía Laietana (sede de la Jefatura Superior de Policía, y escenario de los más graves incidentes de los últimos días, también la noche de ayer sábado) para saludar en persona a los agentes.
De forma paralela a la manifestación, los CDR convocaron varios actos, entre ellos una concentración en la Plaza de Sant Jordi y un 'Picnic por la República' en la Estación de Sants. Además, los comités trataron de impedir la llegada de participantes a la manifestación constitucionalista con cortes en varias vías de comunicación como la AP-7 o la A-2. En algunos puntos de Barcelona los manifestantes de uno y otro signo coincidieron, aunque siempre con un cordón de los Mossos separándolos.
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