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Dos años y cuatro meses después y con las supuestas cesiones del Gobierno de Pedro Sánchez al independentismo catalán de nuevo como telón de fondo, PP, Vox y Ciudadanos regresaron ayer a la icónica plaza de Colón de Madrid. Juntos pero no revueltos, los tres ... partidos de derechas volvieron a presentar un frente beligerante contra el Ejecutivo por su estrategia en Cataluña. Si en febrero de 2019 se reunieron para protestar contra la figura de un relator en la mesa de diálogo con la Generalitat, este domingo lo hicieron por la posible concesión de los indultos a los presos independentistas, que a tenor de los comentarios de distintos miembros del Gobierno se hará efectiva en los próximos días.
Hasta ahí las similitudes entre las dos citas que dejan tras de sí muchas otras diferencias. La principal, que en esta ocasión no hubo foto de las tres derechas juntas ni intercambio de sonrisas cómplices entre sus líderes. PP y Ciudadanos rehuyeron la imagen que hace dos años dio argumentos a la izquierda para alertar de «la amenaza del trifachito» y movilizó a sus votantes en las elecciones celebradas apenas dos meses después.
Populares y liberales se escudaron esta vez en que tras la convocatoria estaba la sociedad civil y no los partidos para evitar retratarse enun acto al que se consideraban invitados. Ni tan siquiera compartieron el mismo espacio. Para escenificar su distancia política, PP y Vox ocuparon zonas diametralemente opuestas, donde era imposible que Pablo Casado –al que no acompañaron en esta ocasión sus barones más moderados– y Santiago Abascal se cruzaran. La sintonía que ambos exhibieron hace dos años es ahora inexistente. El discurso del líder conservador en la moción de censura de Vox contra Sánchez el pasado noviembre supuso un punto de inflexión y una ruptura entre ambas formaciones.
En este tiempo, además, los protagonistas de la protesta han cambiado. El entonces líder de Ciudadanos, Albert Rivera, uno de los principales impulsores de Colón I, ha dejado la política. En la formación naranja hubo debate interno y algunos dirigentes, incómodos con Vox, consideraron «un error» hacerse la foto con la extrema derecha cuando el partido pretendía dar una imagen de moderación. Esta vez también había dudas en la cúpula naranja, pero se resolvieron por una mezcla de convencimiento en la causa contra los indultos y de asunción de que, en un momento de debilidad del partido, iba a ser más difícil explicar su ausencia.
Otra diferencia no menor es que la protesta de hace dos años se produjo en puertas de unas elecciones generales y ahora no están previstas hasta dentro de dos años y medio. En abril de 2019, Vox rentabilizó su presencia en Colón con una irrupción en el Congreso con 24 escaños. El PP, en cambio, pagó una elevada factura y cayó a los 66 diputados, mientras que para Ciudadanos supuso el principio del fin. En esta oportunidad, con un horizonte electoral lejano, las posibilidades de recibir premios y castigos queda diluida.
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