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La batalla por el liderazgo de Ciudadanos llega a su fin. Los más de 20.000 afiliados con derecho a voto elegirán entre hoy y mañana al sucesor de Albert Rivera en unas primarias que debían ser de trámite pero que se han convertido en ... un duelo agrio entre Inés Arrimadas y Francisco Igea. La portavoz en el Congreso, considerada la sucesora natural, apuesta por mantener la línea trazada por Rivera con un liderazgo fuerte y sin baronías. El vicepresidente de Castilla y León, en cambio, aboga por potenciar el poder territorial en un momento en que Ciudadanos tiene más fuerza en las autonomías que en las instituciones centrales.
No son pocos los puntos de fricción entre ambos candidatos. Es más lo que les separa que lo que les une, tal y como se vio en el debate que mantuvieron el miércoles en la sede del partido en Madrid. Los dos dirigentes naranjas tienen concepciones muy enfrentadas en asuntos clave del rumbo de Ciudadanos: la relación con el PSOE, la autocrítica por el batacazo electoral y las coaliciones electorales con el PP.
Mientras Igea cree que la formación liberal perdió en abril «una oportunidad histórica» cuando sumaba 180 escaños con el PSOE, Arrimadas considera que fue Pedro Sánchez quien «despreció» los distintos intentos de Ciudadanos para llegar a un acuerdo. Aunque la portavoz en la Cámara baja defiende que el pacto natural se debe alcanzar con el PP, la relación con los socialistas sigue siendo una de las principales incógnitas de su estrategia. En sus primero pasos como presidenta del grupo parlamentario, los liberales han apoyado las dos primeras leyes del PSOE (la de eutanasia y la norma para eliminar el veto del Senado a la senda de estabilidad).
El dirigente territorial defiende pactar a izquierda y derecha del tablero indistintamente, pero tras las elecciones. Para Igea, las «líneas rojas se ponen a las políticas, no a los partidos». El vicepresidente autonómico, que considera el principio del fin el cordón sanitario al PSOE, insiste en hacer autocrítica «por las decisiones equivocadas» que adoptó la Ejecutiva de Ciudadanos a la que él pertenecía y que llevó al partido en las generales de noviembre a hundirse desde los 57 diputados a los diez. Un «resbalón» para su contrincante en las primarias, que mira al futuro con esperanza y que promete reflotar Ciudadanos.
Independientemente del resultado de este fin de semana, Arrimadas tiene garantizado el control sobre el modelo de partido que se debatirá en la V Asamblea General. La dirigente liberal arrasó en la votación de compromisarios al conseguir 277 de los 355 delegados que tendrán voz y voto en el cónclave frente a los 21 que logró su rival.
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