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Apenas 219.000 votos dieron al PP su ventaja sobre Ciudadanos el 28 de abril. Una aproximación de los liberales en el Congreso que ha tensionado la pelea por la hegemonía del centro derecha. Pablo Casado da por sentado que las cifras le apuntalan ya ... como líder de la oposición, pero ahora su partido se propone despegarse de su competidor directo y alargar distancias en los comicios municipales y autonómicos del 26 de mayo. Lo que se lleva Albert Rivera, lo pierden los conservadores. Y en este escenario, el presidente de los populares se dispone a «devolver todas las bolas».
Casado anima a su banquillo a tomarse el 26-M comola «segunda parte» del partido, la de la «remontada». Y en esta nueva fase Ciudadanos y Vox no son ya potenciales socios, sino aquellas formaciones «desleales» que «evitaron» que el PP gobierne al fragmentar el espacio político. Con este planteamiento, los populares aspiran a transformar su debacle en las urnas en argumento electoral con la esperanza de que esta vez sí funcione su llamada al voto útil, a que todas las papeletas de la derecha se aglutinen bajo sus siglas.
De momento, que Ciudadanos haya salvado de su veto a Pedro Sánchez a algunos dirigentes socialistas de comunidades autónomas o ayuntamientos sirve al PP para intentar empujar a los liberales fuera de su terreno. Exactamente, hacia el centro izquierda. Es por eso que Casado ha vuelto a reclamar claridad respecto a los pactos postelectorales y ha censurado que los votantes tengan que «estar pendientes» de en qué territorios Rivera considera al PSOE suficientemente «pata negra» o «constitucional» para llegar a acuerdos.
No es, en todo caso, el único reproche que hoy lanza a su rival. «La regeneración en política es ser transparente, no dar pucherazos en primarias, ni hacer compraventa de escaños, ni apelar al transfuguismo, ni tener alcaldes corruptos en Arroyomolinos, ni intentar plagiar programas electorales ni decir que el 155 es matar moscas a cañonazos y luego pedir que lo extendamos o ir a Moncloa con cuatro senadores a decir que hay que aprobarlo», ha cargado Casado en un acto de precampaña en Toledo.
La réplica se la ha dado Ciudadanos. El partido liberal ha diagnosticado «ciudadanitis» al PP y el propio Rivera ha aconsejado a su contrincante hacer autocrítica en lugar de responsabilizar al resto de las malas cifras en las urnas. «La culpa de la debacle de un partido tiene que ver con el propio partido, no con los demás», ha reprendido en una entrevista en Antena 3. También ha sugerido que, de haber pasado de 137 a 66 escaños, él quizá habría pensado en dimitir.
Las hostilidad en la derecha no parece que vaya a remitir, al menos en el corto o medio plazo. No, desde luego, mientras la presión electoral siga presente en la política española. Pero el rol de cada actor en el Congreso se resolverá tras los comicios. Casado, que tacha de «pueril» que Ciudadanos se arrogue el liderazgo de la oposición siendo la tercera fuerza, augura, además, a Rivera que los próximos 4 años «se le van a hacer muy largos». Hay fuentes del PP que incluso sugieren que Inés Arrimadas podría emerger como su reemplazo.
«Es la cuarta derrota consecutiva -le ha espetado al presidente de Ciudadanos- después de 13 años liderando el partido. Jolín con la nueva política, 13 años y cuatro derrotas y encima lo celebran». Con este panorama,en el entorno del líder del PP no creen que la continuidad de su jefe de filas dependa del resultado del 26-M. E insisten en que el deterioro del partido es acumulativo: el «desgaste» del Gobierno de Mariano Rajoy, la gestión de la «crisis territorial», los casos de corrupción... Es más, aunque ahora los barones aboguen por un viraje al centro, en Génova siguen sin conceder que se hayan escorado a la derecha. Y Casado niega que el eslogan «Centrados en tu futuro» hable de ese cambio.
Pero fuentes territoriales del PP sí aprecian un intento por rebajar el tono en los últimos días. Después de la visita del lunes a Moncloa, en la que Casado se comprometió a una oposición «firme, pero responsable», hoy los populares presentaban su programa para las autonómicas y municipales, y ha sido Paco Núñez, el candidato de Castilla-La Mancha, el encargado de desgranar el documento.
Se trata del programa electoral de las generales, adaptado ahora a los comicios del 26-M. En el texto, el PP se reivindica como el único partido que defiende el Estado autonómico tal y como funciona a día de hoy. «El resto o bien quiere transformar el modelo en uno federal o confederal, eliminar figuras esenciales para la España rural como son las Diputaciones o directamente acabar con las autonomías», apunta a Ciudadanos y Vox en las dos últimas apreciaciones. En todo caso, sí apuesta por aprobar una moratoria que paralice la cesión de transferencias a las comunidades.
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