El no del PP expresó este miércoles mucho más que el rechazo al estado de alarma. La intervención de Pablo Casado en el pleno sobre la sexta y última prórroga se tradujo en una reprobación integral del Ejecutivo y no sólo por su gestión de ... la crisis sanitaria. El líder de los populares definió al Gobierno como «el menos democrático de nuestra democracia». Y a Pedro Sánchez, como el «presidente más radical de la historia de España». A medio camino entre un debate de política general y una moción de censura, las posiciones resultaron irreconciliables.
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No vio Casado dosis de sinceridad en la llamada de Sánchez a la «concordia» o a manifestar la discrepancia «sin acusaciones gruesas de mala fe». Negó ese espíritu en la acción del Gobierno, en la coalición con Unidas Podemos y en los acuerdos con los socios parlamentarios. «Ultraizquierda», «defensores de los etarras» e «independentistas supremacistas», así se refirió a los interlocutores del Ejecutivo. «Usted -zanjó- es pura discordia».
En las últimas horas, el PP se ha remontado a la moción de censura que impulsó Pedro Sánchez en 2018 y de la que se cumplen dos años para situar en ese momento el origen de la crispación política. Así lo sostuvo el martes Cayetana Álvarez de Toledo, que, en su caso particular, preguntada por la polémica de la semana pasada cuando se dirigió a Pablo Iglesias como «hijo de un terrorista», rechazó tener «responsabilidad personal» en los niveles de tensión parlamentaria y apuntó a los «hechos» del Ejecutivo.
En la misma línea, Casado reivindicó la figura de Mariano Rajoy y acusó a Sánchez de haber llegado a la Moncloa «con los bolsillos repletos de confrontación y de sectarismo ideológico» y de haber resucitado «los antagonismos atávicos felizmente superados». «El que reparte cicuta -replicó al presidente del Gobierno- habla hoy de veneno, como el pirómano que alecciona sobre incendios».
Habrá que ver si el desencuentro dificulta o no los trabajos de la Comisión de Reconstrucción Social y Económica abierta en el Congreso para cerrar acuerdos que contribuyan a la recuperación tras la epidemia. La confianza mutua está, en todo caso, en horas muy bajas. Y si el Gobierno identifica al PP con Vox, Casado atribuye a Sánchez un intento de resistir en el poder a cambio de «descoser la concordia de la Transición», «poner en almoneda la unidad nacional con una mesa de autodeterminación con condenados por dar un golpe a la legalidad», «malversar las instituciones», «politizar la Fiscalía General», «blanquear la dictadura de Maduro» y «ceder a las exigencias de los proetarras».
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También responsabilizó al jefe del Ejecutivo de la crisis abierta en la Guardia Civil tras el controvertido cese de Diego Pérez de los Cobos: «Si tuviera el más mínimo respeto al Estado de Derecho, debería restituir al coronel en sus funciones y cesar a los que ejecutaron una orden que usted, sin duda, conocía». Y aprovechó que se atisba el final del estado de alarma para recuperar su anuncio del 18 de marzo: los populares pedirán la creación de una comisión de investigación en el Congreso sobre la gestión gubernamental de la emergencia. «Allí no podrán seguir mintiendo -dijo- sin consecuencias legales».
En este terreno, el líder de los populares criticó el sistema de recuento de fallecidos e insistió en que las funerarias elevan las cifras a «44.000»: «¿Le parece decente ocultar a los muertos para esconder su incompetencia?».
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