Socios o adversarios. En esa delgada línea en la que caminan PP y Ciudadanos, Pablo Casado ha vuelto a tender hoy la mano a los liberales para sumar fuerzas en el centro derecha, pero con una advertencia: «No admitimos ni recetas ni carnés de ... honestidad». Una semana después de que Albert Rivera rechazara la oferta de coalición de los populares bajo el argumento de que «España suma, pero la corrupción resta», el líder de la formación conservadora se ha sacudido los escándalos del partido situándolos en un pasado lejano.
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«No cabe ninguna conducta que no sea ejemplar y no vamos a tolerar que nadie haga lo que no tenga que hacer y, sobre todo, que nuestros adversarios intenten hacernos responsables de lo que pasó hace décadas», ha replicado Casado en un desayuno informativo de Nueva Economía Fórum en Madrid junto al presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno.
La citación de Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes en la investigación de la 'trama Púnica' ha vuelto a traer a las filas del PP el debate sobre cómo reaccionar frente a las causas de corrupción. En los últimos días, los populares se han movido en el difícil equilibrio de reivindicarse como defensores de la regeneración sin romper los lazos con las expresidentas de la Comunidad de Madrid. La defensa de la presunción de inocencia les ha servido para pronunciarse en público, pero Ciudadanos ha aprovechado el momento para volver a extender la sombra de la corrupción sobre su competidor directo en el centro derecha. «No todo vale en política», ha respondido Casado, aun sin citar expresamente a Rivera.
Con Ciudadanos aspira a forjar una alianza electoral en caso de que se repitan los comicios el 10 de noviembre. Un planteamiento que no cuenta con la complicidad, a día de hoy, de la formación liberal. Casado, en todo caso, ha dado muestras de que su oferta seguirá sobre la mesa en las próximas semanas. O bien para lograr su objetivo -lo que parece complicado- o bien para trasladar al electorado de la derecha que el PP es el único partido que trabaja por la suma de fuerzas para mejorar los resultados y disputar el poder a la izquierda: «El voto del centro derecha se ha fragmentado y creo que es tiempo de soldar ya esa fractura».
El ejemplo de Andalucía ha servido esta mañana a Casado como ejemplo de que el consenso es posible. Y si lo es tras las elecciones, se pregunta por qué no antes para hacer frente al «sectarismo y el radicalismo», corriente en la que ubica al PSOE. «Si estamos viendo que la izquierda es capaz de aliarse con los herederos de Batasuna, con Esquerra y JxCat, que ya vuelve a amenazar con otra rebelión, y con Podemos en Navarra, Aragón o La Rioja (…) -ha censurado-, cómo no vamos a llegar a un punto en común los que defendemos la moderación, la firmeza y la unidad».
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