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Quienes en el PP confiaban en que el no a Pedro Sánchez fuera revisable, se toparon hoy con el rechazo más contundente de Pablo Casado a la mera hipótesis. El presidente de los populares articuló un discurso con el que dejar claro que ... la postura de la dirección, contraria a facilitar la investidura del candidato socialista, trasciende de una cuestión táctica. Atribuyó al PSOE estar negociando la «soberanía» de España y hacerlo, por decisión propia, con «defensores del terrorismo, delincuentes condenados en firme y golpistas que han cometido delitos de sedición». No dejó margen de maniobra para un cambio futuro de criterio.
En el relato con el que afronta la legislatura, Casado no admite que los socialistas estén intentando con Podemos y los votos de Esquerra el Gobierno «que pueden», dado el reparto de escaños, sino que, a su juicio, los tres persiguen «el régimen que quieren». Uno en el que, además, llegó a señalar hoy, no tendría cabida «la alternativa» del PP. Y con este argumento despojó a su formación de responsabilidad en el desbloqueo.
«Lo que se nos exige -trasladó a los suyos- es que asumamos este dilema perverso: o aceptamos desaparecer voluntariamente como alternativa al socialismo haciendo presidente a Sánchez o Sánchez nos amenaza con hacernos desaparecer llevando adelante esa mutación del sistema de la mano de la izquierda y de los nacionalistas».
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En su intervención en el Congreso a 24 horas de que se constituyan las Cortes, se remontó al pacto del Tinell en 2003 entre los socialistas, Esquerra e Iniciativa per Catalunya para denunciar aquel cordón sanitario al PP, y en el repaso de acontecimientos llegó hasta la moción de censura contra Mariano Rajoy. «Las dudas del socialismo español -elevó su crítica- comenzaron cuando comprobó que, en el sistema del 78, el PP puede ganar elecciones e incluso repetir. En la cultura sectaria generada por este PSOE, si el PP puede ganar elecciones es porque algo se ha hecho mal».
Todo el discurso giró sobre la acusación de que el PSOE ha puesto supuestamente en duda el acuerdo constitucional como marco de resolución de problemas. Y, en este contexto, dio por sentado que Cataluña se usa como «coartada para un cambio de régimen» y cargó contra el intento del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de explorar el final del terrorismo: «Hicieron de ETA interlocutor político en el llamado proceso de paz para que arraigase la creencia de que ETA era la expresión de un defecto de origen y de calidad de nuestra democracia. De manera que si no hay verdadera democracia, no hay verdadero terrorismo».
Elevada la censura al punto más alto, no dejó, por lo tanto, resquicios para extender una oferta alternativa al PSOE, como reclaman algunos sectores del PP. A esas voces se sumó hoy Esperanza Aguirre. La expresidenta de la Comunidad de Madrid defendió que los populares cedan los votos que Pedro Sánchez necesita para gobernar en solitario, de manera que se evite a «toda costa» el «drama» de un Ejecutivo «en manos de los independentistas y los comunistas bolivarianos».
El gesto serviría, según Aguirre, para demostrar que el PP «pone el interés» del país «por encima de todo». «Como decía don Manuel Fraga hace muchos años ya, España, lo único importante», citó. Pero Casado no contempla esa posibilidad. Es más, abogó por poner fin al «cínico eclipse moral» en el que el PP es el problema. «Ni espada ni pared -zanjó-. ¿Negociar con lealtad y garantías cuando se pide como se debe y para bien de España? Sí. Pero aceptar chantajes a costa de la soberanía o de nuestra propia continuidad (.) para apuntalar la huida hacia adelante de Sánchez, nunca».
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