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La salida de Cayetana Álvarez de Toledo de la portavocía del PP en el Congreso ha despertado estos días no pocas lecturas en clave interna y algunos interrogantes de futuro. Dados los vínculos de la dirigente popular con José María Aznar y la fundación ... que preside, FAES, en las filas populares se preguntan si su destitución supone un retroceso en términos de influencia de esa corriente que había vuelto al partido de la mano de Pablo Casado. Las fuentes consultadas no se atreven a vaticinar qué peso ejercerá el 'aznarismo' en esta nueva etapa. Pero sí creen que el cese, si se tienen en cuenta además otros movimientos anteriores, supone una pérdida de poder orgánico para el círculo del expresidente del Gobierno.
Fue en 2016 cuando FAES rompió con el PP y Aznar renunció a la presidencia de honor del partido tras una historia de desavenencias en público con Mariano Rajoy. La moción de censura de 2008 y la victoria de Casado en las primarias de la formación conservadora proporcionaron, sin embargo, al exjefe del Ejecutivo la oportunidad de recomponer relaciones con Génova.
A los mandos se había situado uno de sus antiguos colaboradores –Casado fue director de gabinete de Aznar fuera ya de la Moncloa– y el expresidente dejó constancia en 2015 de su simpatía por el dirigente popular. «Si alguna vez me tiene que renovar alguien –sostuvo en un mitin en Ávila–, que me renueve Casado, que es un tipo estupendo».
Junta directiva. Casado reúne este jueves al PP para explicar la remodelación tras el cese de Álvarez de Toledo
Algunos de los miembros del patronato de FAES han asumido responsabilidades desde entonces en el nuevo PP y muchos de ellos ya no se ocupan hoy de las mismas funciones. En diciembre de 2018, Javier Fernández-Lasquetty, que trabajó con Aznar en la última fase de su segundo gobierno y ejerció después de secretario general de la fundación del expresidente, fue designado jefe de gabinete de Casado. En la misma estructura se integró Isabel Benjumea, que también había pasado por el laboratorio de ideas antes de fundar el grupo de pensamiento Floridablanca. El año pasado, sin embargo, ambos salieron de Génova para encargarse, el primero, de la Consejería de Hacienda en la Comunidad de Madrid y para ocupar, la segunda, un sillón de eurodiputada en Bruselas.
También el grupo en el Congreso ha experimentado cambios. Tras tomar posesión de su escaño en julio, en sustitución de la exministra Isabel García Tejerina, Gabriel Elorriaga, miembro como Fernández-Lasquetty del patronato de FAES, fue relevado al frente de la asesoría parlamentaria del PP por razones «estatutarias».
El movimiento, leído como un gesto de hostilidad en el entorno de Álvarez de Toledo, donde se sitúa al secretario general, Teodoro García Egea, en un pulso por la «influencia» en el partido, desencadenó el último desencuentro entre la dirección nacional y la portavoz, que el lunes fue destituida.
Afines a Casado relativizan la foto fija, interpretan que las razones que han motivado la dispersión de cargos procedentes del 'aznarismo' son diversas y subrayan lo «insostenible» de la continuidad de Álvarez de Toledo tras sucesivos episodios de descoordinación de mensajes con la cúpula del partido desde que en enero se formó Gobierno. Recuerdan su defensa de un Ejecutivo de concentración, el desmarque del 8-M o la crítica a la salida de España de Juan Carlos I. También ponen el foco en las ocasiones en las que sus intervenciones, polémicas como aquella en la que se dirigió a Pablo Iglesias como «hijo de un terrorista», han «roto» la estrategia de Génova. «No creo que su destitución –zanja un veterano– se deba a una cuestión ideológica».
Es por eso que cargos del ala más moderada del PP avanzan con cautela. Los barones han acogido con satisfacción el nombramiento de Cuca Gamarra como portavoz en el Congreso y la llegada de Ana Pastor y José Luis Martínez-Almeida, perfiles todos de corte gestor, al comité de dirección. La remodelación que este jueves comunicará Casado a la Junta Directiva Nacional puede ayudar, aseguran algunas fuentes del partido, a proyectar una imagen más moderada y de alternativa al Gobierno. Pero en las organizaciones territoriales también hay quien pone en cuarentena un supuesto giro al centro –«no es la primera vez que lo oímos»– y apunta a que el tiempo desvelará cómo evolucionan «las ideas» y el papel del 'aznarismo'.
Se desconoce también la decisión de Álvarez de Toledo sobre su acta de diputada. Algunos dirigentes temen que se plantee continuar y que busque afines en las filas del grupo. Otros entienden que sólo se está tomando un tiempo para resolver.
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