Calvo invita a la Generalitat: «Ya podemos sentarnos»

En Cataluña, efectivamente , los republicanos se enfrentan a una situación compleja en su pugna con Junts per Catalunya. Ellos han apostado 'a priori' por poner luces largas con la esperanza de aumentar gradualmente la base del independentismo, pero no hay día en el que los de Carles Puigdemont no intenten poner a prueba su compromiso con la causa y en que no aprovechen para sacar punta a la situación judicial de su jefe de filas. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, ya ha hecho suya la mesa de diálogo, después de renegar de su validez, pero de forma paralela otorga un papel crucial a la mesa de partidos y de entidades independentistas que se reunió este lunes y en la que se pretende dar voz al exgobernante huido en Bruselas.

La número dos del Gobierno llamó pues a estos dos partidos a «organizarse» para que en el plazo de quince días, pactado con Esquerra, pueda activarse el diálogo. Pero, una vez superada la investidura, también lanzó un mensaje que podría rebajar en buena medida las expectativas del secesionismo y tranquilizar a quienes tanto en el PSOE como fuera de él recelan de lo que pueda estar dispuesto a ceder Sánchez. En su discurso durante el acto protocolario por el que revalidó su cartera, la también ministra de presidencia subrayó así que el el líder de los socialistas quiere un Ejecutivo que «no rehuya ni una sola de las dificultades que España tiene», pero también advirtió que «tiene que defender su unidad en lo territorial y en la convivencia».

En los últimos días, los socialistas han hecho un esfuerzo por resituar el debate y aplacar esa sensación de estar atados de pies y manos frente al secesionismo que se asentó durante las largas semanas de negociación con el partido de Oriol Junqueras; aunque la designación de la exministra de Justicia Dolores Delgado como fiscal general no ayuda en esa tarea, según admiten fuentes del partido.

Es cierto que algunos alegan que habría dado lo mismo quién hubiera sido la elegida o el elegido porque igualmente habría sido tachado de poco independiente. También esgrimen que dada la actitud «belicosa» del PP y su negativa a renovar organismos como el CGPJ o el TC, en los que los conservadores conservan la mayoría, hacía falta en la Fiscalía alguien «aguerrido». Pero otros reconocen que el atípico salto del Gobierno al Ministerio Público, para el que solo existe el precedente de Javier Moscoso (en época de Felipe González) daña la institución y da la sensación de querer «embridar» a la justicia.

Sánchez dejó claro en su discurso de investidura su deseo dejar atrás la «deriva judicial» del conflicto catalán. «Ahora – conviene un miembro de su ejecutiva– es imposible que no te vengan a la cabeza aquellas polémicas palabras suyas [en una entrevista en RNE, durante la campaña]». «¿Y de quién depende la Fiscalía?», dijo el entonces presidente en funciones después de que el periodista Iñigo Alfonso cuestionara que se pudiera apropiar de la decisión del Ministerio Fiscal de pedir la reactivación de la euroorden contra Puigdemont. «¡Pues ya está!».

Con todo, el paralelo a este movimiento, desde el PSOE insisten en que hay límites que jamás se traspasarán con el independentismo. El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, recomendó el sábado no esperar resultados del eventual diálogo entre el Gobierno y la Generalitat a corto plazo y este lunes añadió en La Sexta que en ningún caso va a haber acuerdo con las fuerzas independentistas sobre el derecho de autodeterminación, por lo que conminó al Ejecutivo catalán a plantear en primera instancia otras cuestiones en las que sí sea posible el entendimiento.