La prueba de cargo contra César Román en el caso del asesinato de su novia, Heidi Paz, es la identificación de un taxista. Según han desvelado fuentes de la investigación, el conductor ha revelado que llevó el 5 de agosto al 'Rey del Cachopo' ... a la nave del barrio de Usera de Madrid donde aparecieron los restos de la víctima calcinados ocho días después.
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Los agentes llegaron al taxista después de la juez Rosa María Freire, titular del Juzgado de Instrucción número 32 de Madrid que investiga el asesinato, autorizara a la Policía Judicial a acceder al listado de llamadas del empresario. En ese listado, una llamada, realizada el 5 de agosto, el mismo día que dejó de funcionar el móvil de la fallecida, llamó la atención de los investigadores. A las 16:21 horas, el 'Rey del Cachopo' llamó a un servicio de taxis.
Localizado el conductor que realizó el servicio, éste desveló que trasladó a Román (al que identificó sin género de dudas sobre todo por su corta estatura) a la nave de Usera, que tenía alquilada. El taxista relató a la Policía que el sospechoso portaba una maleta de grandes dimensiones, que podía pesar más de 60 kilos, y que él mismo tuvo que ayudar al cliente para meter el bulto en el maletero.
Hay otros indicios contra el 'Rey del Cachopo', según estas mismas fuentes. Ese mismo día 5, fecha que la policía apunta en que podría haberse producido el asesinato, Román intentó vender varios excedentes de sus restaurantes para obtener de forma rápida dinero en efectivo. Al menos, según los testigos, mantuvo una reunión para tratar de vender varias cajas de cerveza, pero el trato no fructificó. En la nave, además, han aparecido algunos cuchillos cocina de la misma marca y modelo que Román solía usar en sus restaurantes.
El 'Rey del Cachopo' no estaba muerto o desaparecido para todo el mundo hasta su captura el pasado viernes. César Román contaba con una red de colaboradores o amigos que le ayudó a huir y que estaban al tanto de que estaba vivo y que desde el pasado septiembre se escondía en Zaragoza donde se había conseguido trabajo como cocinero.
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La Policía, según han revelado fuentes de la investigación, centra parte sus pesquisas en esa red de encubridores con los que el empresario se comunicaba a través de cuatro móviles diferentes y tres tarjetas de prepago. Ese material fue encontrado el viernes por los agentes en la casa que ocupaba en el número 20 de la calle Portugal, donde vivía con dos ciudadanos dominicanos. Los funcionarios rastrean a ahora las decenas de mensajes de WhatsApp que el detenido intercambió con diferentes personas.
Unos mensajes –apuntan los investigadores- que apuntarían a que Román en los últimos días se sentía «acorralado» y que pretendía proseguir su huida fuera de España, sobre todo a raíz de conocer que la Policía había confirmado que los restos humanos encontrados a mediados de agosto en una nave alquilada por él el barrio de madrileño de Usera eran de su novia, la hondureña Heidi Paz Bulnes. Según han confesado sus jefes y compañeros de trabajo a la Policía, César Román en fechas muy recientes no dejaba de recibir mensajes en su móvil.
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Entre tanto, el traslado del detenido a Madrid, donde está pendiente de declarar ante el Juzgado de Instrucción 32 de la capital que investiga el asesinato de Heidi, se retrasa a cuenta de las huelgas en prisiones y los tribunales. Román sigue en la cárcel Zaragozana de Zuera.
El 'Rey del Cachopo' guardaba en la casa de la calle Portugal una «importante cantidad de dinero», según han explicado responsables de la investigación. Una «pequeña fortuna» que, sospecha la Policía, provenía de las cuentas que vació a finales de julio tras la desaparición y asesinato de Heidi y que iba a ser empleada para su fuga fuera de España.
Los agentes también investigan quién ayudó a Román a usurpar la identidad del venezolano José Rafael Rujano Contreras, nacido en 1980. El empresario suplantó la personalidad de esta persona, de la que conocía todo tipo de datos, y presentó una denuncia en la Policía en su nombre denunciando el robo de su documentación.
Fue con esa denuncia con la que sus empleadores del restaurante 'Casa Gerardo' de Zaragoza le dieron de alta en la Seguridad Social como cocinero. «Un engaño que no podía durar mucho más», explican responsables de la investigación, abundando en la tesis de que Román tenía la intención de volver a huir en breve y que su paso por Zaragoza era solo una escala.
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