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En el mundo del Siglo XXI ya nada es blanco o negro, rojo o azul, conservador o progresista. La complejidad de las relaciones sociales y el descontento causado por la crisis económica de 2008 se ha multiplicado hasta el punto de fragmentar a movimientos políticos que en otras épocas estaban agrupados en torno a uno o dos partidos políticos. El surgimiento de nuevos actores como Marine Le Pen y su Frente Nacional francés; los Salvini, Bolsonaro o Donald Trump en Italia, Brasil y Estados Unidos respectivamente; o, más recientemente en España, la irrupción de Vox en el Parlamento Andaluz el pasado 2 de diciembre, ha puesto sobre la mesa una amalgama de términos para definir -o atacar- a estas nuevas derechas.
La alternative right (derecha alternativa), acortada como 'alt right' -que suena en inglés parecido a 'allright' («todo bien»)- es una corriente nacionalpopulista que cuenta con miles de adeptos a lo largo de los Estados Unidos. Aunque son un grupo heterogéneo comparten su odio a la corrección política, la inmigración, la globalización, el feminismo o la diversidad sexual. Jóvenes, blancos y muy activos en las redes sociales, han sido uno de los principales caladeros de votos de Donald Trump a nivel nacional y de los miembros del 'Tea Party' -corriente más consevadora del Partido Republicano- en cada uno de los estados dónde se han presentado.
Arma simbólica de los lictores -funcionarios públicos encargados de escoltar a los magistrados de la Antigua Roma-, las fasces eran hachas cuyos mangos estaban formados por un ramo de 30 varas de madera. Si una se romía no pasaba nada, las demás seguían sujetando el arma, todas unidas. En los años 20 del siglo pasado, Benito Mussolini recuperó la simbología romana para crear el Partido Fascista -nombre que deriva precisamente de estas fasces-. En España recogió el testigo la Falange cuyas políticas actuales se basan en un exacerbado nacionalismo o el antiliberalismo económico. Sus enemigos también adoptaron el término 'facha', la síncopa (suprimir fonemas de una palabra en lenguaje coloquial) de fascista, para definir a sus miembros o a los simpatizantes de sus ideas.
Los recientes distubiros en Chemnitz, ciudad del Este de Alemania, o Charlottesville, en EE UU, han vuelto a poner sobre el tablero de juego político a los gurpos neonazis. Se trata de movimientos que siguen defendiendo las ideas políticas del Tercer Reich alemán y su líder, Adolf Hitler. Aunque estuvieron muy activos en los años 80 en toda Europa, ahora parecen haber regresado con postulados muy parecidos a los del 'alt-right': xenofobia, antisemitismo y nacionalismo. Sin embargo, el estigma causado por la Segunda Guerra Mundial o el Holocausto siguen pesando sobre ellos. El partido Amanecer Dorado, en Grecia, es el mejor ejemplo de esta corriente.
El neoconservadurismo, abreviado de forma peyorativa como neocón, es un movimiento político surgido en Estados Unidos como reacción a las políticas contraculturales de la izquierda en los años 60. Sus señas de identidad actuales son que consideran a la religión como una institución aportadora de ideologías no solo religiosas, sino también políticas, económicas, sociales, filosóficas e incluso científicas; apoyo a la globalización; su fuerte actitud en contra del comunismo; y la desconfianza por los valores como ecologismo. Uno de sus grandes representantes fue George W. Bush y su presidencia de Estados Unidos entre 2001 y 2009, en la que hizo buenas migas con otros reconocidos conservadores como el expresidente de España José María Aznar o el británico Tony Blair.
A diferencia de los neocons, los ultraliberales prefieren reducir el estado a su mínima expresión -para propiciar bajadas de impuestos- y separarlo de la religión. Sin embargo, este término solo lo usan sus rivales políticos para referise a ellos -que se autodenominan simplemente liberales- de forma peyorativa. Ejemplos de liberales ilustres son el presidente francés Enmanuel Macron o Albert Rivera, líder de Ciudadanos.
En Europa existen partidos de derechas que han convertido la salida de sus respectivos países de la Unión Europea en el eje central de su programa. El caso más significativo es el del UKIP del británico Nigel Farage, que consiguió su objetivo en el referéndum del 'Brexit' después de que se aprobara por un 51,9%. Esto lo lograron a base de mentiras, como reconoció el propio Farage al día siguiente de concerse los resultados de la votación.
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Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Clara Alba, Cristina Cándido y Leticia Aróstegui
Javier Martínez y Leticia Aróstegui
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