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Desde que llegó al cargo, Inés Arrimadas ha querido marcar un antes y un después en la estrategia de su antecesor y apostó por la «política útil» para reflotar las siglas de Ciudadanos. La sucesora de Albert Rivera vio su oportunidad con el estallido de ... la pandemia y aprovechó la crisis para levantar el veto al PSOE y alejarse de la foto de Colón. Un giro al centro que reconcilió a Arrimadas con el sector crítico pero que despertó las alarmas entre quienes creen que con los socialistas no hay nada que pactar.
Desde entonces, la líder liberal ha defendido el papel de bisagra de Ciudadanos, capaz de llegar a acuerdos a la derecha y a la izquierda. Y así lo ha vuelto a hacer tras la carambola murciana, que dejó a la formación fuera de dos gobiernos autonómicos y sumida en su peor crisis. «Esto es el centro», les dijo a sus diputados el jueves ante la sangría de bajas.
Desde hace diez días, la direción asiste con estupor e indignación al goteo de salidas de cargos públicos y al desmembramiento de sus grupos en el Congreso y el Senado mientras no cesan las críticas. Unos y otros acusan a Arrimadas de haber emprendido una «deriva sanchista» y un «giro ideológico hacia la izquierda» que no comparten. Entre los que dejan el barco –quince de momento– hay perfiles institucionales, diputados nacionales, autonómicos y senadores.
La salida con más ruido, sin contar la de los tres «tránsfugas» murcianos, ha sido la de Toni Cantó, que abandonó abruptamente el pasado lunes la reunión de la ejecutiva nacional en la que se le había ofrecido un puesto y entregó al día siguiente su acta en las Cortes valencianas. Un camino que poco antes había emprendido el exsecretario de Organización, Fran Hervías, senador por Andalucía y que ha dado el salto al PP. Sus dos compañeros en la Cámara alta siguieron sus pasos pero sin renunciar al escaño, dejando a Ciudadanos sin grupo en el Senado. Tampoco lo hizo el diputado Pablo Cambronero, que se integrará en el Grupo Mixto y deja con un escaño menos al ya de por sí exiguo grupo de diez diputados naranjas.
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«Con dignidad», como apuntó la cúpula, se marchó la diputada Marta Marín, que entregó su acta, como también lo hicieron tres parlamentarios de la Asamblea de Madrid mientras un cuarto lo hará tras el 4-M por motivos personales. Le siguieron este viernes el expresidente madrileño Ángel Garrido, que deja la política cansado de «la crispación», y una procuradora en las Cortes de Castilla y Léon, que ha hecho saltar las alarmas en ciernes de una moción de censura.
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