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Alfonso Alonso. B. Sáez del Castillo

Alfonso Alonso, la foto 'perfecta' rota en mil pedazos

El ya excandidato a lehendakari, en su día llamado a casi todo, volvió al País Vasco como salvavidas del partido

Xabier Garmendia

Bilbao

Domingo, 23 de febrero 2020, 19:09

En Quito, a casi 9.000 kilómetros de Euskadi, se produjo hace meses un sorprendente hallazgo. En un anuncio colocado en la calle, varios modelos posaban en imágenes de tamaño carné: una adolescente, un niño y un hombre. Este último, con nulos rasgos ecuatorianos, se ... presentaba trajeado, con corbata roja, gafas y pelo repeinado. Alfonso Alonso Aranegui (Vitoria, 1967) no solo era la plantilla perfecta para una empresa de fotografía del país sudamericano. También lo fue para la dirección del PP nacional cuando en 2015 lo envió de vuelta a tierras vascas para levantar un cartel que estaba por los suelos.

Alonso se convirtió de manera inesperada en modelo al otro lado del Atlántico, pero su trayectoria política aquí nunca ha cogido por sorpresa a nadie. Sus ambiciosas aspiraciones se vislumbraban incluso antes de que se convirtiera en alcalde de Vitoria. Y eso que llegó al cargo con tan solo 32 años, la mitad que su antecesor, José Ángel Cuerda. Para entonces ya integraba un grupo de jóvenes alaveses llamados a casi todo en el partido junto a Javier Maroto, ahora junto al aparato de Génova que este domingo ha roto su foto en mil pedazos, e Iñaki Oyarzábal, actual presidente del PP en Álava y hombre de su máxima confianza.

El gusanillo por la política le viene desde la cuna. Su abuelo materno, Manuel Aranegui, fue diputado general de Álava entre 1957 y 1966. Monárquico paradójicamente nacido un 14 de abril, día de la República, Alonso no protagonizó una infancia feliz. Tenía nueve años cuando su padre Ramón, pintor de profesión, les abandonó a él, sus cinco hermanos y a su madre, María Victoria, que se puso a trabajar en un bingo de Vitoria para sacar adelante a la familia. Pese a las dificultades, que abocaron a los chavales a cambiarse de un colegio concertado a uno público, Alfonso siguió cosechando un expediente académico sobresaliente, especialmente en Latín.

Lector empedernido, estudió la carrera de Filología Románica a la vez que Derecho, aunque pronto desvió su trayectoria hacia la órbita política. Consiguió su acta de concejal en Vitoria con 29 años y protagonizó un fulgurante ascenso al empuñar la makila tres años después. Al llegar al cargo, trató de insuflar aire fresco en un contexto político convulso. Reunió a todos los portavoces municipales, incluyendo al de Euskal Herritarrok, para impulsar un diálogo sobre la paz. El que habría sido el primer acercamiento entre el PP y la izquierda abertzale acabó fracasando porque EH se echó atrás, pero ese episodio habla del «talante abierto y dialogante» que siempre ha alabado el entorno de Alonso.

Su vuelta a Euskadi

Circunstancias de la vida, fue precisamente otro conato de interlocución sobre el final de ETA y la convivencia lo que le catapultó a la presidencia del PP vasco en 2015. Ocurrió cuando Arantza Quiroga, ya de por sí cuestionada en las filas del partido conservador, presentó una moción parlamentaria sobre paz en la que se exigía el «rechazo expreso» a la violencia, pero no una condena. Tras su dimisión, la dirección nacional recurrió a Alonso como salvavidas a solo un año de las elecciones autonómicas. Conciliador pero a la vez firme contra el terrorismo, para el núcleo duro de Mariano Rajoy representaba esa fotografía perfecta.

Para él, en realidad, no era la panorámica deseada. Volver a Euskadi como presidente del partido no estaba entre sus planes. Aunque su mujer, Beatriz, y sus cuatro hijos –Jaime, Javier, Alfonso y Juan– siempre han permanecido afincados en Vitoria, él ya estaba completamente asentado en Madrid. Estrecho colaborador de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, Rajoy le recompensó su anterior labor como portavoz en el Congreso con la cartera de Sanidad cuando Ana Mato se marchó escaldada por el 'caso Gürtel'. Ser ministro, misión cumplida, se dijo. Hasta que el terremoto en el PP vasco lo dinamitó todo.

Aguantó al frente del Ministerio hasta el verano de 2016, cuando renunció para meterse de lleno en la campaña para las elecciones vascas del 25-S. El PP se enfrentaba a unas perspectivas muy negativas, pero al final consiguió frenar la sangría y solamente perdió uno de los 10 parlamentarios que tenía antes. Aguantó con el apoyo expreso de Rajoy, pero todo cambió con la llegada de Pablo Casado al despacho de Génova 13. Alonso, que se volcó en la candidatura de Sáenz de Santamaría, empezó a marcar perfil propio ante un partido a nivel nacional que se afanaba por gestionar el auge de Vox. Su mala relación con el líder de la formación, un tanto atenuada en la convención autonómica del pasado septiembre, ha sido decisiva para que este domingo haya sido fulminado.

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