No ha habido en el encuentro oficial entre Pedro Sánchez y Quim Torra en Barcelona nada que haya merecido el reconocimiento de Pablo Casado. El líder del Partido Popular (PP) asegura sentir «vergüenza ajena» por el rango concedido al presidente de la Generalitat ... de Cataluña. «Protocolo prácticamente de jefe de Estado y una reunión prácticamente negociada entre embajadas», ha reprochado sin ánimo de recular en su consideración del dirigente catalán. «Un racista -ha insistido-, un supremacista absolutamente desequilibrado».
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No teme el presidente de los conservadores las acciones legales que Torra ha anunciado contra él. «Lo digo por quinta vez, ¿cómo puede tener equilibrio mental alguien que está pidiendo una confrontación civil en su tierra? Y si se quiere querellar, que se querelle, porque el que tiene que estar en los tribunales por alentar la 'kale borroka' y los CDR es el señor Torra», ha zanjado en la cena de Navidad del PP de Madrid.
Con el móvil pendiente de Barcelona y el discurso centrado en lo que considera una «situación crítica» en España, Casado ha vuelto a cargar contra el Gobierno por haber «perdido el respeto a las instituciones» y también «a la ley». «Es humillante ver a un presidente de España agasajando a quien reclama la vía eslovena de confrontación civil en Cataluña -ha trasladado al mismo tiempo en las redes sociales-. No todo vale para seguir en el poder: 155 o elecciones ya».
El diálogo con el máximo responsable de la Generalitat sólo es, a su entender, «otra contrapartida vergonzante» por el apoyo de los partidos independentistas a la moción de censura. Y ha trasladado su «indignación y preocupación» por que Sánchez pueda acabar orillando la Constitución y pagando «el alquiler de la Moncloa» con la «ignominia» de una reforma estatutaria en Cataluña pactada con los secesionistas y contraria a la Carta Magna.
Existe en la cúpula del PP el convencimiento de que hay un «cauce de negociación» subterráneo entre el Gobierno y la Generalitat que desembocará en concesiones a las fuerzas independentistas. Y, de ser así, el equipo de Pablo Casado advierte de que con cada contraprestación se avanza por un camino difícilmente reversible para el Estado. «Todo lo que se ceda ahora -alertan fuentes de la dirección- será irrecuperable».
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La prueba más obvia de la disposición del Ejecutivo a atender las demandas del secesionismo es, según los conservadores, la manera en la que se ha acordado el encuentro de este jueves entre Sánchez y Torra. Al PP le resulta «penoso y humillante» el proceso previo y que los independentistas hayan podido marcar «la agenda» y «el formato» de la cita en Barcelona con una reunión paralela entre ministros y consejeros.
Todos los miembros del PP coinciden en ese calificativo que describe al Gobierno al albur de los intereses de Torra. «Nueva claudicación de Sánchez ante sus socios independentistas -publicó esta mañana Ignacio Cosidó, el portavoz en el Senado, en Twitter-. La farsa de cumbre bilateral a cambio de votos es una humillación inaceptable». Y la misma indignación trasladó la representante del partido en el Congreso de los Diputados, Dolors Montserrat: «El 'sanchismo' ha abandonado por completo el constitucionalismo porque está pactando con los independentistas, aquellos que van a utilizar los Presupuestos para romper España».
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También el diputado conservador Rafael Hernando comparte que el Gobierno perseguía con el encuentro en Barcelona granjearse el apoyo de los partidos independentistas para salvar el techo de gasto, paso previo a la elaboración de las cuentas de 2019. Y el riesgo, a su juicio, reside en haber concedido a la Generalitat la bilateralidad que exigía. «Lo que Companys siempre intentó, pero Azaña siempre frustró, lo activa el indigente intelectual y político de Sánchez», lamentó en las redes sociales.
No hay en el PP voluntad en moderar el tono y el contenido de sus acusaciones. En el entorno de Casado cada día aseguran detectar nuevas pruebas de que el Gobierno, «para quedarse en la Moncloa», está tendiendo puentes al independentismo. Y, a estas alturas, auguran que «la legislatura va a acabar muy mal». La formación conservadora expresa su inquietud por que se termine «aniquilando» a los constitucionalistas. De ahí que la dirección del PP plantee las próximas elecciones generales como un «ser o no ser».
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El presidente del PP, Pablo Casado, ha denunciado el acercamiento de otros cuatro presos de ETA al País Vasco y ha garantizado la oposición de su partido a estos movimientos así como a la cesión de la competencia de prisiones al Gobierno de Euskadi. «Quieren hacer lo mismo que han intentado siempre: empezar con la política de dispersión, acabar con los acercamientos y, una vez cerca del País Vasco, ceder Instituciones Penitenciarias y hacer como en Lledoners, una cárcel-catedral para etarras», ha comparado con la prisión donde permanecen encarcelados los dirigentes secesionistas catalanes.
La presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo y diputada popular en el Congreso, María del Mar Blanco, ha coincidido con Casado en la cena de Navidad del partido en Madrid, un acto en el que ha aprovechado para trasladarle su preocupación por los últimos desplazamientos de presos de la banda.
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