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Yaiza Cobos
Lunes, 24 de febrero 2025, 07:00
Con una historia rica y un patrimonio cultural notable, Rubí de Bracamonte, un pequeño municipio de la provincia de Valladolid situado sobre una gran llanura, se erige como un testimonio vivo de épocas pasadas y tradiciones arraigadas. Se trata de una localidad que combina su legado histórico con la vida contemporánea.
Y a diferencia de otros pueblos, en Rubí se podría decir que uno de sus motores es su gente. Su alcaldesa, Alexandra González, asegura que sus vecinos son muy participativos. «En eso no nos podemos quejar», expresa. Aunque tan solo cuenta 214 habitantes censados en 2024, en determinadas fechas señaladas parecen una piña. Si bien, están más presentes durante la celebración de sus festejos patronales.
Los vecinos de Rubí de Bracamonte tienen dos fechas señaladas en rojo en el calendario. Por un lado, se encuentran las fiestas en honor a San Antonio de Padua, en torno al 13 de junio. Esta cita cuenta con una gran curiosidad y es que, una vez el santo regresa a la iglesia, después de la procesión, las personas solteras se acercan a tirar el cordón del santo pidiendo para que en ese año encuentren pareja. Quienes ya la tienen, tiran el cordón para conservarla.
Unos pocos meses más tarde, Rubí festeja por Nuestra Señora de las Nieves, su fiesta mayor. Durante cinco días de agosto, los peñistas llenan de color las calles. Además, al coincidir en plena época estival, son muchos los vecinos de Rubí que regresan de nuevo para disfrutar. Como es de costumbre, el consistorio siempre tiene algo nuevo preparado para ellos. «Siempre intentamos hacer algo distinto para que la gente no se canse», cerciora.
Uno de los emblemas más destacados de la villa es la Iglesia de Santa María del Castillo. Ubicada en la parte alta del pueblo, se alza sobre un montículo donde, según se cree, antiguamente existía una fortaleza. Precisamente, en este enclave se han situado las últimas obras. Aunque tenían previsto llevarlas a cabo en el 2023, cuando aún estaba presente la anterior corporación municipal, la falta de crédito retrasó un poco su mejora. Uno de los muros de la parroquia se encontraba rajado y el consistorio tenía que actuar con urgencia. Para ello, contaron con una ayuda de la Diputación Provincial de Valladolid y, a finales del 2024, la remodelación daba por concluida.
Esta misma institución ha financiado, en parte, la construcción de una E.D.A.R. Estará situada a las afueras y espera estar lista durante la primavera del 2025. Por otro lado, embellecerán su entrada. «Vamos a arreglarlo, a colocar unas letras y unos bancos. Lo vamos a acondicionar para que sea más atractivo», explica González.
Como alcaldesa siento la necesidad de alzar la voz por nuestro pueblo y por tantos otros que sufren la misma realidad en la España Vaciada. Rubí de Bracamonte tiene historia, tradiciones y una identidad que se ha forjado durante siglos. Sin embargo, en las últimas décadas, hemos sido testigos de una preocupante despoblación que amenaza con borrar nuestra esencia. En 1981, nuestro pueblo contaba con 437 habitantes y hoy, apenas superamos los 200. Esta pérdida progresiva de población ha generado un envejecimiento alarmante; más de la mitad de nuestros vecinos tiene más de 60 años, mientras que los jóvenes son cada vez más escasos. La falta de oportunidades laborales, el cierre de servicios esenciales y la falta de infraestructuras han forzado a muchas familias a marcharse en busca de un futuro mejor. Esta situación no es exclusiva de nuestra localidad. Es una realidad que afecta a toda la España rural, donde pueblos llenos de vida se apagan lentamente. No podemos resignarnos. Desde el Ayuntamiento, trabajamos para revitalizar nuestro municipio, pero necesitamos el apoyo de las instituciones. Es urgente que se implementen medidas que fomenten el empleo, incentiven la llegada de nuevas familias y garanticen servicios básicos como la sanidad, la educación y el transporte. Reclamamos planes de desarrollo rural que apuesten por la conectividad y la modernización del sector agrario. Queremos volver a ser un lugar atractivo para vivir, donde las nuevas generaciones puedan construir su futuro sin renunciar a sus raíces. Es momento de actuar con determinación y compromiso. Desde aquí, hago un llamamiento a todas las administraciones para que el medio rural se convierta en un lugar lleno de oportunidades y esperanza.
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