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Patxi Fernández
Madrid
Miércoles, 9 de junio 2021, 19:17
El Renault 4L ha sido referente de toda una generación de españoles que encontraron, gracias a él, la posibilidad de acceder a la automovilidad a un precio asequible y con una versatilidad extraordinaria, que le permitía ser el vehículo idóneo para compatibilizar la circulación en ciudad, en carretera y también por caminos. Y para muchos, al igual que un contemporáneo y rival, el 2CV, unos adelantados a su tiempo al tratarse ambos de auténticos 'todocaminos', algo a lo que hoy aspiran los tan de moda SUV.
La historia del Renault 4 comienza, tras 5 años de desarrollo y miles de kilómetros de ensayos en climas extremos, con la presentación a la prensa francesa el 28 de agosto de 1961.
El R4 reagrupaba un compendio de soluciones tecnológicas innovadoras, tanto ... en materia de diseño, como de modularidad, tecnología mecánica y versatilidad dinámica.
En primer lugar, se trataba de una carrocería Break montada sobre un chasis tipo plataforma, muy innovador conceptualmente, basado en la excelencia de la simplicidad.
Su arquitectura, con 3,6m de largo y 1,5m de alto, liberaba un gran espacio para los pasajeros y el maletero. Esto le permitía ofrecer un amplio habitáculo de 5 plazas y transportar al mismo tiempo un gran volumen de carga de hasta 480 litros. Además el asiento trasero era abatible de manera muy rápida y sencilla, con lo que llegaba a ofrecer hasta 1,45 m3 de espacio disponible. Gracias a la incorporación de una 5ª puerta tipo portón, con un gran ángulo de apertura, ofrecía una accesibilidad trasera excepcional, reforzando su carácter eminentemente práctico, modular y versátil.
En segundo lugar, se trataba del primer modelo compacto, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, en proponer motor y tracción delantera, a lo que sea añadía la suspensión independiente en el tren delantero, con todas las ventajas en términos de maniobrabilidad y precisión en la dirección que ello comporta, marcando la vía a futuros modelos de Renault.
El R4 proponía otros adelantos mecánicos muy útiles. Por ejemplo, estaba dotado de rótulas estancas, carentes de engrase, lo que incidía en un menor coste de mantenimiento del coche. Otra solución, pionera en su segmento, fue el circuito de refrigeración cerrado y hermético, que incorporaba un líquido especial capaz de soportar las más bajas temperaturas. Ello significaba que ya no hacía falta reponer anticongelante en el líquido del circuito, operación frecuentemente inoportuna y con un coste asociado. El único mantenimiento real del coche era el cambio de aceite.
Tras su lanzamiento en Francia en 1961, llegó el momento de su introducción en España a través de la puesta en marcha de su fabricación en la Factoría de Montaje de Valladolid, a partir de 1963, arrancando una fecunda etapa industrial que se prolongaría hasta 1989, en el caso del turismo R4, y hasta 1991 en el caso de su versión furgoneta. Entre ambos se ha llegado a producir en España 800.000 unidades de este modelo legendario, cerca del 10% de su producción mundial.
La presentación en España del Renault 4, en su versión «L», se llevó a cabo, generando grandes expectativas, el 25 de febrero de 1964, en pleno despegue del turismo y del desarrollismo que caracterizó la sociedad y la economía de la España de los años 60. La prensa de la época destacó unánimemente su carácter polivalente y económico, y las virtudes de su suspensión 'todo camino', así como su concepto innovador en términos de facilidad de acceso al habitáculo.
Otro aspecto destacado fue su personalidad alegre y, especialmente, el precio, que, con 84.000 pts. de la época, se situaba claramente por debajo del umbral del segmento, que rondaba las 100.000 pts.
El modelo comercializado en España contaba con características específicas: un motor de 845cc, que desarrollaba 30 CV e instalación eléctrica de 12 voltios, y que superaba los 100 km/h ofreciendo unos consumos muy ajustados.
Los medios de comunicación lo presentaron como un objeto de deseo para aquellos que querían un coche práctico, versátil y asequible.
Rápidamente se popularizó la denominación cariñosa de «cuatrolatas», en referencia al badge trasero que reflejaba las siglas «4L». Su desarrollo comercial en el mercado español creció con rapidez, a la par que la sociedad española, durante casi tres décadas, hasta convertirse en el modelo mítico que es hoy en día.
A lo largo de su historia en España, el 4L fue modernizándose y acompañando las evoluciones tecnológicas que fueron surgiendo, sin perder su personalidad original y sus virtudes conceptuales. De este modo, fue incorporando motorizaciones más modernas y eficientes, como el motor C «sierra» de 852cc y la caja de velocidades de 4 relaciones, en 1968, o, posteriormente, el motor de 1.108cc de 38cv, los frenos de disco, etc... También introdujo elementos como el techo practicable panorámico, que contribuyó a reforzar el carácter lúdico del modelo.
La introducción de reglamentaciones medioambientales internacionales más exigentes, a partir de enero de 1.993, trajo como consecuencia, como sucedió con otros modelos de otras marcas, su final industrial, ya que era técnicamente inviable la introducción de los nuevos elementos de carácter obligatorio, como el catalizador. La última unidad producida del 4L salió de la cadena el 3 de diciembre de 1992, aunque en España se dejó de producir ya en 1989.
Al famoso navegador le encanta el «4L». Nunca se habría imaginado que al regalarle uno a su hija, en su 18 cumpleaños, tendría nada menos que ocho ejemplares, doce años más tarde. Él mismo nos relata la historia de esta pasión.
Jean Le Cam, leyenda viva de la vela internacional, con nada menos que cinco participaciones en el «Vendée Globe», también ha brillado por su heroísmo en la última edición al rescatar al skipper Kevin Escoffier en su balsa salvavidas en medio del Océano Índico. Este apasionado lleva muchos años destacando y compitiendo con barcos más modernos que su «Yes-We-Cam», su «4L de los mares» como le gusta llamarlo. Su día a día transcurre entre explorar los mares y… conducir sus 4L. Dos pasiones que, según él, tienen más en común de lo que podríamos creer.
«El 4L es un coche entrañable que ha marcado una época y pasado a través de las generaciones. Todos tenemos algún recuerdo del 4L».
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